¿Cuántos huesos tiene el cuerpo humano? - Rincon Tutoriales

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Dipper goes to taco bell

Si estás leyendo esto, eso significa que acabas de renunciar a tu derecho de denunciar a SessKagome and Shade Shaw por este fic… Ups, lo leíste, ¿no? :D
Todos hemos escuchado diferentes leyendas aquí.
Desde My Immortal hasta Cupcakes. Desde Perla Shumajer hasta JensenJensen Algunos piensan que se trata de mitos urbanos para asustar a los lectores, grandes y pequeños… Yo les digo, mis pequeños, que son reales. Muy reales.
Yo les traje una de esas leyendas.
No, no es una broma. Sí, es el original. Y sí, 100% traducida al español.
ADVERTENCIAS (Porque NUNCA está de más) Este fic tiene escenas bastante hardcore. Completamente y 100% MA. Sexo, parafilias, canibalismo y muerte. Si eres una persona sensible, ¿Qué diablos haces aquí? Niños, aténganse a mis advertencias.
Fuiste advertido.
Dipper Goes to Taco Bell
Autor: MASTAofTehcitrisFruits (Presumiblemente)
Traducción: Shade Shaw Reilly
Era un día normal en Gravity Falls, Oregón. Bueno, tan normal como Gravity Falls podría ser, de todos modos. Dipper Pines estaba leyendo su libro y Mabel, su hermana gemela, le preguntaba qué estaba haciendo.
—Dip, ¿vas a tener la nariz pegada a ese extraño libro tuyo todo el verano? ¡Tienes que salir, tener una aventura! —exclamó Mabel.
—Ahora no—dijo Dipper en voz baja—, estoy tratando de descifrar esto. —Estaba mirando a un criptograma que decía: "XSLFA QBE QXZL YBII". Dipper estaba completamente perplejo; no podía entender lo que significaba. Y eso era muy misterioso para él.
— ¡Tío Stan va a llevarnos a la cafetería de Linda Susan para cenar! — exclamó Mabel.
Sin embargo Dipper no estaba de humor para ir a esa cafetería. Había sido Fue humillado públicamente la última vez que fue, y él pensaba que la comida allí no era muy buena de todos modos. —Mabel, yo no quiero ir allí- replicó Dipper solemnemente—. Quiero ir a otro lugar.
—Pero no hay nada más en la ciudad… A menos que cuentes el Taco Bell cerca del bosque. — respondió Mabel.
— ¿Taco Bell? —Las cejas de Dipper se alzaron. Nunca había comido antes en Taco Bell, y desde que la semana pasada, tenía un antojo de comida mexicana por alguna razón—. ¿Por qué no vamos a Taco Bell hoy?- preguntó.
— ¿Taco Bell? —preguntó el Tío Stan—, ¿por qué tú quieres ir allí? Si allí huele como el cuarto de baño cuando se atasca.
— Había puesto mis panqueques ahí— gimió Mabel.
—Escucha, puedes ir a Taco Bell si eso quieres, pero luego no vengas llorando cuando estés oliendo a cebollas podridas.
—Está bien, lo haré—dijo Dipper con molestia.
—No dejes que la puerta te golpee en la salida—le gritó Tío Stan. Pero cuando él estaba saliendo de la Cabaña del Misterio, la puerta le golpeó en la salida— ¡JAJAJAJAJAJAJA! —se escuchó decir a Tío Stan. Se estaba riendo.

De modo que Tío Stan y Mabel se fueron al comedor, mientras Dipper trataba de encontrar el restaurante mexicano Taco Bell. Lleva consigo su libro y un par de dólares en el bolsillo. Pero encontrar Taco Bell fue más difícil de lo que había pensado. Él había estado buscando por toda la ciudad durante lo que parecieron días. El Diario 3 no le estaba ayudando tampoco en su frustrante búsqueda… Hasta que vio un destello de algo, brillando a lo lejos en el bosque. Entró en el bosque.
— ¿Por qué habría un Taco Bell en el bosque? —se preguntó Dipper.
Después de caminar durante aproximadamente una hora, Dipper finalmente llegó a Taco Bell. Pero seguro que no se parecía a cualquier Taco Bell que hubiera visto antes: Estaba rodeado por completo por una barrera de árboles gigantes de roble, en un campo abierto, completamente diferente al característico terreno accidentado del bosque de Oregón. El campo abierto estaba cubierto con al menos tres capas de agujas de pino, algo que llamó la atención de Dipper. Metió la mano en las agujas de pino— ¡Ay! — gritó Dipper. Una de las agujas de pino le había dado un pinchazo. Dolió.
El restaurante, Taco Bell, parecía un silo (1) o algo así. Bueno, tenía una forma cilíndrica. El exterior tenía varias mesas para picnics enmohecidas y que parecía que nadie los utilizaba en absoluto desde hacía años. Dipper se acercó a la puerta del restaurante
— ¿Debo ir allí? —Se preguntó —, estoy empezando a tener dudas. ¿Por qué hay un pequeño y desolado Taco Bell en este bosque, a varios kilómetros de la carretera? Pero supongo que es mi única opción. Mabel y Tío Stan probablemente estén en la cafetería ahora.
Y de hecho ahí estaban. Mabel se preguntaba por qué Dipper no había regresado todavía, pero a Tío Stan eso le importaba un cuerno.
Así que Dipper entró en el restaurante con algo de aprehensión. Pero luego se sintió aliviado al ver que el interior era normal, excepto por techo algo alto. También había clientes en el interior, pero Dipper pensaron que eso no sería tan normal, tomando en cuenta de que el restaurante era muy aislado. Se acercó al mostrador. Sólo había un cajero trabajando en la máquina registradora. Un bastante viejo, al parecer un poco sordo, aburrido cajero. Dipper decidió lo que quería para comer, por lo que se acercó a la caja registradora.
—Disculpe, voy a ped…
— ¡SÓLO TENEMOS TACOS!
—Ok, supongo que pediré tendré un taco, entonces - dijo Dipper.
— ¡¿QUÉ DIJISTE?! - gritó el cajero.
— ¡DIJE QUE QUIERO UN TACO! – gritó Dipper.
—Esta bien—dijo el cajero, para luego desparecer atrás por unos minutos. Cuando salió, llevaba el taco de Dipper—. Son un dólar—dijo el cajero. Dipper le dio el dinero, y fue a sentarse en la mesa menos dañada.
Mordió el caliente, picante, jugoso taco, lleno de verduras, puré, carne, suaves y tentadores frijoles negros y crema agria. Disfrutó de la sensación picosita de ese taco perfectamente cocinado, y todavía lo sentía en su boca después de que él se lo tragó. Pero cuando estaba a punto de darle una segunda mordida, sintió un movimiento de agitación dentro de su cuerpo, algo que había sentido a menudo cuando...
—Uh oh—Dipper se levantó, apresurándose a encontrar el baño—. Cielos, eso sí que llegó rápido ahí. —se dijo.
Por alguna razón, los baños estaban escondidos en un rincón del restaurante, lejos del mostrador y lejos de la mesa estaba sentado Dipper. Cuando él entró, encontró que los baños estaban limpios, sorprendentemente limpios para un restaurante de comida rápida. Y Dipper encontró esto bastante sospechoso. Todos los cubículos estaban llenos, y nadie estaba usando los orinales. Pero, justo en ese momento, alguien salió de una de las casetas. Dipper no le prestó mucha atención al tipo que había salido, pero este estaba vestido todo de negro, y levaba una bolsa de plástico con él. Dipper entró y cerró la puerta.
Desafortunadamente, él no pudo llegar a tiempo. Observó sus pantalones y encontró lo peor.
—Diarrea—murmuró Dipper—.Yeeegh.
Estaba a punto de salir del cubículo cuando notó un bulto en sus pantalones. Se tocó el bulto, y una vez que lo tocó, supo exactamente lo que era: Era una erección.
Se encontró completamente excitado después de haberlo tocarlo, y comenzó a tocarlo un poco más. Pasado un rato, estaba tan excitado que ya estaba listo para una verdadera masturbación bien hardcore. No sabía lo que era le estaba excitando… pero sabía que estaba muy excitado. Se quitó los pantalones cortos azules y su ropa interior sucia de mierda, revelando su mediano – más no pequeño – pene. La punta era brillante y roja, como la nariz de Rudolf, el reno de la nariz roja.
Dipper empezó a manosear a su pequeño Dipper (2) más rápido y duro. Más rápido y duro. Sus cinco dedos se movían a lo largo de este, bombeándolo. Las manos sucias de mierda y salsa de Dipper comenzaban a sentir gotas de pre-semen derramándose lentamente. Finalmente, el pene de tamaño mediano no pudo aguantar más, y estalló en una explosión de esperma. Había manchas grandes semen en todas las paredes del cubículo y Dipper se sentía orgulloso por ello. Había logrado venirse sobre sí mismo por primera vez, pero aún estaba molesto porque no había terminado sobre Wendy.
"No", pensó Dipper. "Aún no es suficiente para mí. ¡Tengo que dejar salir todo esto!"
Con su erección aún en pie, Dipper volvió a manosear a su pene. Fue mucho más rápido, y Dipper se llegó aún más rápido. Fue un orgasmo aún más grande que la vez anterior, y literalmente comenzó a llover la semilla de Dipper. Dipper se sentía más orgulloso, sintiendo que el corazón estaba a punto de estallar de todas las gotas de semen que caían del techo. Se sentía tan feliz como si fuera el día de la primera nevada del año. Sacó la lengua para probar su semen, que brillaba gracias a la iluminación fluorescente defectuosa del baño. Lo probó, y pensó que era una de las mejores cosas que había probado en el mundo, mejor que la barra de chocolate más grande, mejor que el cerdo más raro, y mejor que el taco que se estaba comiendo. Ahora no podía parar. No podía irse ahora y perderse de esta gran aventura masturbadora. Quería probar más semen. Tomó un puñado que chorreaba de la puerta del cubículo y se lo metió dentro de su sucia, y mojada boca.
Dipper tomó otro. Y otro. Y otro. Y otro. Estaba aún más excitado al comerse su leche y se vino otra vez. —Así que de donde viene—se dijo Dipper, observándose gracias a la puerta del cubículo la cara y hasta los dientes manchados de semen.
A Dipper se le ocurrió otra idea para conseguir una más increíble y adulta experiencia masturbadora. E iba a ponerla en acción.
Inclinó la cabeza hacia abajo, juntó las piernas y las alzó, agarrando a su endurecido pequeño Dipper y metiéndoselo a la boca. Una vez que estaba firmemente adentro, Dipper empezó a chuparse el miembro muy duro. Lo chupó como esa piruleta él que había conseguido en la feria del condado hacía un tiempo. El sabor era muy parecido.
Las piernas estaban tan expertamente dobladas por encima del hombro que podría haber sido un contorsionista. Cuanto más chupaba su dura polla, más sus piernas temblaban de excitación. Finalmente, justo cuando estaba a punto de dislocarse gravemente, Dipper se llegó dentro de la boca. Fue lo mejor que jamás había experimentado. Y siguió auto-chupándose a sí mismo.
Como él estaba estimulándose a sí mismo oralmente, accidentalmente se cayó a un lado del inodoro. Soltó su pene, resultando en una explosión de esperma que se regó por todo el suelo. El suelo estaba en gran parte cubierto por el semen de Dipper, tanto, que empezó a hacer un ángel de nieve en el semen, o, un ángel de semen. Un ángel de semen. Y se comía un poco de semen en el proceso.
Pero luego miró a su lado, y de inmediato se hizo tan fuerte que la punta roja estaba tocando su vello púbico apenas saliendo. Vio lo que estaba causando. Vio a su ropa interior, cubierta de mierda de color marrón oscuro. Levantó su ropa interior, que estaba en el suelo llena de mierda y manchada de semen, maravillándose de su magnífica belleza erótica. La mierda fue tan bien expulsada, tan suave en su pegajosidad marrón, tan perfecta que se sentía escurrirse entre las manos blancas de Dipper.
Él quería su mierda.
Sostuvo la ropa interior de color marrón como si fuera un pez con un señuelo, y puso sus pegajosos labios blancos en la pegajosa mierda marrón. Su lengua y sus labios frotaban la mierda de su ropa interior, haciendo su boca todo un lío marrón-blanco. Mordía la mierda y lo chupaba en su boca. Era más estimulante que ninguna otra cosa. Ahora sabía que no necesitaba a Wendy, o Mabel, o cualquiera de las otras chicas de Gravity Falls. Todo lo que él necesitaba era un gran montón de su propia mierda.
Él tomó un puñado de su mierda de entre sus nalgas (Tenía mucha diarrea) y comenzó a esparcirla sobre su pene. Cuanto más esparcía su mierda, se excitaba cada vez más. Una vez que su pene estaba completamente marrón, se vino otra vez. Se llenaron todas las esquinas y rincones posibles del cubículo del esperma de Dipper. Una vez más, Dipper tomó grandes puñados de semen entre sus manos y lo consumió a grandes tragos. Ahora Dipper volvió a cubrir con la pegajosa mierda todo su pene y vaya, él hizo un muy buen trabajo. Toda la especita sustancia marrón estaba en sus genitales y los testículos. Tuvo más orgasmos aquí y allá.
Ahora, sus hermosos genitales marrones, necesitaban ser limpiados. Pero Dipper no tenía ningún material de limpieza a la mano, así que tuvo que chupar toda la mierda.
Se hizo pelotita y volvió a llevarse su erección a la boca, empezando a chupar. Esta vez se dedicó a lamer la mierda con la lengua, y tan pronto como la lengua tocaba su polla, él se venía. Se estaba divirtiendo tanto que en ese baño que había olvidado quién era, dónde vivía, dónde estaba, o lo que estaba comiendo. Todo lo que tenía en mente era su dulce esperma.
Se le ocurrió una gran idea.
Dipper tomó un puñado de diarrea y un puñado de semen, y los puso en el inodoro. Lo humedeció, pero antes de que se deshiciera totalmente, agarró el montón húmedo de mierda y semen y se lo metió en la boca. Dipper estaba comiéndose toda la mierda, semen y agua de inodoro, y estaba delicioso. Siguió haciendo por Dios sabe cuánto tiempo, y en una de las veces, se golpeó la cabeza contra el borde del inodoro. Debe de haber sido el cerebro de Dipper el que fue golpeado en ese momento, pues en vez de tomar más mierda y semen dentro del inodoro, volvió a cubrir su pene con ellos de nuevo.
Quería más de su pequeño Dipper, pero eso sería un error fatal.
Una vez que estaba cubierto de nuevo, se lo puso en la boca y empezó a chupárselo. Pero lo hizo con demasiada fuerza. Como él estaba chupándose y orgasmeándose, accidentalmente se mordió su propio pene.
Tan pronto como probó la sangre, él interrumpió su coitus y sacándoselo de la boca, vio a su pene lacerado. Vio la mezcla de sangre y semen que salía de ella, como lava de un volcán, y un pedazo que faltaba de este, señalándole. Dipper lo sostuvo, haciendo una mueca de dolor. Hizo una mueca ante ella, y lo miró horrorizado. Trató de encontrar una solución.
Se puso un poco más de diarrea y esperma sobre ella, pero eso no impidió que dejara de sangrar.
Dipper escupió el pedazo de pene que se había mordido y trató de cubrirlo con más mierda y semen, pero no funcionó. No importa cuántas veces intentó cubrirlo, todos los intentos fracasaron. Puso más de sus fluidos reproductivos en el muñón sangrante, pero eso sólo hizo que el pene se hinchara, como el dirigible de Goodyear. Dipper estaba lamiendo la sangre de su pene en un intento desesperado de detenerlo, pero la sangre venía más rápido de lo que podía lamer. Ahora estaba en dolor intenso, nada se sentía como esto. Gritó lo más fuerte que pudo, sintiendo que nadie podía oírle. Gritaba cada vez más fuerte, diciendo: — ¡ME MORDÍ MI PENEEE!
Estaba enloqueciendo. Comenzó a dar golpes contra la puerta del cubículo, gritando "¡AYUDA!" lo más fuerte que podía. Después de unos 5 minutos, en medio de una gran mezcla de sangre, semen y mierda por el suelo, él estaba golpeando la cabeza contra la puerta. Los golpes sonaban más fuerte que la tormenta eléctrica, y sin embargo, nadie vino a ayudarle.
Dipper estaba solo en el baño, solo en cubículo, solo con su amado pene, ahora cerca de la muerte, y por desgracia, ya medio muerto. Después de un último golpe con la cabeza, el grito de Dipper era ahora tan silencioso como la víspera de Navidad. Se desplomó en el suelo, con los ojos en blanco y mirando al cielo sin ver, rodeado de la mezcla de su propia sangre, semen y heces.
...
La Cabaña del Misterio, Mabel se sentía muy preocupado por Dipper, así que salió para ir a buscarlo. Se dirigió hacia el bosque en primer lugar, (Ella sabía dónde estaba) y, sorprendentemente, llegó allí en menos tiempo que Dipper.
Al entrar en las puertas recién limpiadas, ella inmediatamente se dio cuenta del solitario taco con una sola mordida abandonado en una de las mesas, y de inmediato supo que era Dipper. Mabel se precipitó hacía el baño de hombres, (A ella le gustaba usar los orinales) y se precipitó en uno de los cubículos al azar. Entró en la que estaba su hermano. Mabel miró lo increíblemente sucio que estaban las paredes, era el establo. Se abrió paso por el tremendo lío de color marrón rojizo de los fluidos. Caminó alrededor de la cabina desordenado un poco, pero luego vio el espectáculo más horrible que podía imaginar.
El cadáver de Dipper.
Los ojos de Mabel se llenaron de lágrimas y se echó a llorar. Mientras sollozaba, se sentó sobre una pila de sangre, mierda y semen y miró a la cara sin vida de Dipper… Era hermoso, como sus suaves rasgos faciales suaves estaban complementados con un círculo de semen en sus labios.
—Oh, Dipper—dijo Mabel entre lágrimas—, déjame limpiar esa cosa blanca de tus labios.
Mabel llevó la cabeza de Dipper hasta la de ella y lo besó. Después de retirarse, a Mabel le gustó y lo besó de nuevo. Ella no quería dejar ir a Dipper. No ahora. No ahora que él acababa de morir. ¡Él era su hermano, después de todo!
Sostuvo el cadáver desnudo de Dipper entre sus brazos, y ella sintió una sensación de hormigueo dentro de sí misma, en un lado sucio secreto de sí misma. "…A nadie le importará hacemos esto, ¿no? Él está muerto, y sabe lo sabría en este retrete público…" pensó Mabel. Inmediatamente llegó una respuesta.
Acercó la cabeza de Dipper hasta la suya y lo volvió a besar, solo que esta vez, fue un beso francés. Una vez Mabel terminó, colocó el cuerpo en el suelo, para luego ella misma echarse en el mismo, sintiendo el montón de fluidos en su piel. Mabel comenzó a besar frenéticamente a Dipper, con tanto ímpetu que parecía que Dipper estaba vivo. Su traviesa lengua entró en la boca del difunto Dipper, raspando y saboreando la mierda y el esperma de entre los dientes y paredes bucales de la boca de Dipper. Se bajó su larga falda fluorescente, sacándosela lentamente y arrojándola contra la pared, quedándose pegada ahí por el semen.
Mabel reveló su dulce, limpia, expuesta y virgen vagina. Tomó el cadáver de Dipper, sobretodo su eternamente sangrante pene y acercándolo a su cérvix. Se frotó el clítoris con él para excitarse antes de insertárselo adentro, hasta que quedara firmemente puesto. Una vez que estaba totalmente adentro, sintió una enorme alegría. Le encantaba la sensación de perder su virginidad con el cuerpo de su hermano muerto, y comenzó a tener una sensación más excitante y extraña.
Ella perdió. Ella finalmente lo perdió.
Gritó de felicidad, y comenzó a darle otro beso francés a Dipper, esta vez con tanta fuerza que su lengua casi tocaba la úvula de Dipper. No paraba de aferrarse, meterse y sacarse su lacerado pene de su vagina, mientras entrelazaba y lengua dentro de la boca de su hermano. Siguió auto-penetrándose con el palo de Dipper. La sangre estaba en sus paredes de su útero, sin darse cuenta de nada. No quería dejar el cuerpo, no ahora. Ella se mataría si eso significaba que estaría en en un perpetus coitus siempre.
Si tan solo Dipper pudiera besarla también. .
Después de lo que pudo ser como una hora, Mabel bajó la mirada hacia el pene que ahora estaba en bastante mal estado. Mabel no podía apartar la mirada de él. Ahora estaba hinchado al tamaño de su cabeza, con una mezcla de los colores del arco iris, y todavía escupiendo sangre de forma inverosímil.
Mabel vomitó sobre él, algo que solo lo empeoró. Se hizo más y más grande.
—Oh, Dipper—dijo Mabel suavemente. Entonces empezó a gritar.
Se horrorizó ante lo que veía y volvió a vomitar de nuevo. Trató de poner una mezcla gigante de sangre, semen, vómito y heces sobre el pene para detenerlo, pero no funcionó. Trató de chupar todo lo que contenía, pero se encontró disfrutando del sabor de la sangre del pene de Dipper. Siguió chupándolo, saboreando la sangre, tocando y acariciando el musculo eréctil muerto de Dipper. Estaba estática y exultante. Estaba más feliz de lo que nunca había estado en su vida. Más feliz de lo que jamás había sido.
En medio de su deleite, la puerta de baño empezó a abrirse. Mabel se dio cuenta de esto.
— ¿Eh? —se preguntó a sí misma.
La puerta se abrió (no estaba con la tranca puesta. Mabel empezó a ponerse nerviosa. Ella no quería ir a la cárcel por necrofilia, ella era sólo una niña… una niña que mordió y tragó más de lo que podía masticar. Había decidido hacerlo, después de haber deseado a su hermano gemelo durante tanto tiempo. Si se trataba de la policía, no tendría ninguna esperanza. Esperaba que no fuera más que otro empleado de Taco Bell, que tal vez pudiera escucharla y ayudarla a escapar de ahí.
La puerta del cubículo finalmente se abrió de golpe. De pie frente a ella, había un hombre vestido de negro. Tenía el logo Taco Bell cosido a la izquierda de su chaqueta de lana. Llevaba zapatos que chirriaba en todo el piso del baño, y llevaba gafas de sol oscuras. El misterioso hombre se acercó a ellos lentamente. Mabel se puso inmediatamente, con el miedo y la sangre perfectamente pintados en su rostro.
El hombre miró a Mabel por un largo tiempo, hasta que finalmente dijo: — ¿Qué se supone que está haciendo en este baño, jovencita?
Mabel estaba ahora temblando de horror. Miró el desnudo, violado y muerto cuerpo de Dipper, para luego volverse hacia el hombre vestido de negro. —Mi… Mi-mi he-hermano, yo… y-yo n-no que-quería ha-hace-cerlo—tartamudeó Mabel, secándose las lágrimas de los ojos. El hombre se acercó más a la cara de Mabel. —. S-señor, es m-mi es-espacio pe-pe-personal.
El hombre estaba inspeccionando una mancha roja en la mejilla de Mabel. Después de varios segundos, el hombre apoyó su mano en el, arrastrando su dedo en ella, y poniendo el dedo en la boca.
—Sangre—susurró el hombre para sí mismo.
— ¿Q-qué est-tá dici-ciendo, se-señor? —preguntó Mabel, sin entender lo que estaba diciendo.
—Pequeña, ¿sabes lo que está en tu mejilla? —le preguntó el hombre.
Mabel hizo lo mismo que el misterioso hombre le hizo a su mejilla, y le dijo: —E-es sa-sangre.
—Y con la sangre en tu mejilla, ¿no te ha desarrollado un… digamos… un deseo por su sabor? —le preguntó el hombre suavemente. Mabel no se dio cuenta del cincel retráctil que tenía en su mano derecha.
— Uhm… N-no… Y-yo n-n-no quería, y-yo solo…
—Ssssh … - la tranquilizó el hombre— ; Si te gusta su adictivo sabor, ¿por qué no lo dijiste?—Y sin previo aviso, el hombre le cortó a través del pecho con el cincel. Ella gritó por el espantoso dolor. La sangre empezó a filtrarse por de la corte diagonal, casi cubriendo su estómago— . Puedes lamer eso. Tu sangre probablemente sabrá mejor que la de ese chico—agregó señalando a Dipper. Entonces el hombre le dio otro corte, esta vez sobre de su cara.
Mabel gritó de nuevo, esta vez más fuerte.
—Ahora puedes tener toda la sangre que quieras. Y sólo para asegurarme de que estarás en completo silencio… —El hombre le cortó el cuello.
Mabel no gritó esta vez.
El hombre metió las manos en su cuello, abriéndoselo hasta las clavículas y le sacó tres cuerdas vocales. El hombre las enrolló entre las manos y saltó la cuerda con ellos, mientras rozaba la cara de Mabel varias veces. Como el rostro estaba tan cortado que su nariz se había caído cercenada, el hombre decidió que era tiempo para la revisión. Sacó un cuchillo grande y lo enterró de golpe justo entre las cejas de Mabel. El hombre agarró el mango del cuchillo, todavía en su rostro, y comenzó a torcerlo, haciéndole un corte profundo. El hombre puso toda su fuerza en ello, puesto que sabía que era más difícil en primer lugar. Trató de hacerlo bien al cortar horizontalmente la piel, pero por desgracia quedó como tal y como le hubiera gustado.
La cabeza de Mabel estaba ahora dividida a la mitad, con la parte superior de su cráneo expuesto y violentamente cortado, por lo que se podía ver perfectamente su cerebro dentro del cráneo. Tres piezas de músculo y carne todavía estaban unidas al cuero cabelludo de Mabel, por lo que el hombre los cortó. El cuero cabelludo ahora era delgado como la piel, y todavía lleno de pelo de ella. Colgó el cuero cabelludo de Mabel en la perilla de la puerta del cubículo tras lograr arrancarlo con la mano. Sería su premio, lo guardaría para sí mismo como su trofeo.
Ahora el hombre estaba preparado para el resto del cuerpo. Lo que quería hacer ahora era que lloviera. No llover agua si eso es lo que piensas. Él quería que lloviera otra cosa. Agarró con ambas manos los pechos no completamente desarrollados y luego comenzó a cortar los pezones de Mabel. Una vez hubo terminado, la sangre comenzó a salir, como el géiser Old Faithful (3). Estaba asombrado por la maravillosa vista de la fuente de la sangre que había hecho de esos pequeños pechitos y se puso a bailar alrededor del cubículo, dando un salto sobre cada mancha de fluido que estaba en el suelo.
Cuando la sangre comenzaba a fluir un poco menos, el hombre se trasladó a las piernas. Tras colgar los pezones de Mabel al lado del cuero cabelludo (serían su premio también), comenzó a cortar las piernas de Mabel.
Empezó a cortar, moviéndose más rápido que un piloto de carreras en una pista de asfalto liso. Cortes alargados fueron apareciendo en sus rodillas hasta que fue expuesto el hueso del fémur. En ese momento, sus piernas y su cuerpo sólo estaban unidos por una fina línea de cartílago. Entonces el tipo se dedicó a los pies. Con el cuchillo tan afilado como una hoja de afeitar, cortó, uno por uno, los pequeños dedos del pie. El cuerpo de Mabel estaba perdiendo tanta sangre que empezó a hundirse como un globo desinflado. Ahora donde más salía era desde los dedos cercenados de los pies. La sangre de los pies estaba haciendo un mar de rojo en el suelo.
El hombre, ahora con su chaqueta negra de lana completamente salpicada de rojo, clavó el cuchillo en el pie izquierdo de Mabel. Comenzó a hacer otro corte, similar a lo que le hizo a su cuero cabelludo, es decir horizontalmente. Esta vez el corte le salió mucho mejor que el que hizo en el cuero cabelludo. Repitió la operación con el otro pie y luego los colgó al lado del cuero cabelludo y los pequeños pezones.
Los pies de Mabel eran ahora un gran lío de carne, músculos, sangre y nervios. Mabel (que todavía estaba viva) tenía la cara ahora completamente expuesta a todos los cortes que le estaba haciendo. El hombre se quedó mirándola un momento, observando la sangre que cubría totalmente su pecho; Ya que en realidad sí tenía un alma en realidad, en el fondo… él no quería someter a la niña a la miseria que estaba a punto de soportar. Así que tomó el cuchillo largo y la apuñaló en el medio de su pecho, justo donde estaba su corazón. La sangre que se derramó de ella fue mucho más que la que salió desde sus pezones.
Una vez que la mayor parte de la sangre salió, el hombre bajó hacía la ensangrentada vagina de Mabel.
Esta vez usó el cuchillo con mucho más cuidado: Se colocó cerca de la zona de donde estaba su cuello uterino y metió la hoja del cuchillo hasta el fondo de su agujero. Metido completamente en la húmeda cueva de Mabel, el hombre empezó a girar el cuchillo, cortando las paredes de la cámara uterina de Mabel. La punta se puso finalmente en su interior, y, con mucho cuidado, cortó cada una de las trompas de Falopio de Mabel.
Fue un trabajo duro. Tuvo que ser muy cuidadoso. Lo había hecho muchas veces antes, pero hoy no era su mejor día. Se había cortado accidentalmente cuando cortaba uno de los lados de la vagina de Mabel, cuando estaba tratando de cortar el músculo externo que lo rodeaba. El hombre estaba muy avergonzado.
—Mierda, ojalá que nadie se dé cuenta de esto—murmuró. Tomó el cuchillo y lo sacó del agujero de Mabel, junto con sus ovarios y las dos trompas de Falopio clavadas en la brillante hoja cubierta de sangre.
El hombre sacó una gran bolsa de basura de plástico y limpió el cuchillo en él, por lo que los contenidos que había clavados en él irían a parar dentro de la bolsa. Pero desde mango hasta la hoja del cuchillo estaban de sangre más de lo que habitualmente había. Posó la mano en el hombro derecho de Mabel.
—Perfecto —se dijo el hombre ominosamente.
El hombre sacó un par de guantes de vinilo y se los puso. Agarró el cuchillo con fuerza, sintiendo unas fuertes ganas de hacer un corte aún más profundo de los que había antes. Después de un rato de cortar, cortar y cortar… el cuchillo del hombre finalmente logró salir a TRAVÉS al otro lado del mismo hombro.
Una vez que el hombre vio el trabajo que él hizo, arrojó el brazo derecho en su bolsa de basura. Sentía un gran orgullo, sentía que podía alcanzar fácilmente su meta, así que se fue al otro lado del cuerpo de Mabel y comenzó a cortar el otro brazo. Sorprendentemente fue más fácil de sacar que el otro, y una vez que se logro hacerse con él, lo metió junto a su compañero en la bolsa de basura.
El cuerpo de Mabel era ahora casi seco, debido a toda la pérdida de sangre. El hombre sabía esto, y pensó que debía conseguir una bolsa más grande… Ahora para las piernas. El hombre hizo lo mismo con las piernas, y se sentía como cada extremidad fuera cada vez más fácil de cortar que la anterior. Una vez que ambas piernas fueron arrancadas, el hombre las metió en la bolsa. El cuerpo de Mabel ya estaba totalmente seco. Casi toda la sangre de su cuerpo había desaparecido.
Acercándose al cuerpo desmembrado de Mabel, la abrazó con fuerza, lamiendo todo rastro de sangre que quedaba en su cara y pecho, para finalmente meter el cuerpo dentro de la bolsa.
El hombre, ahora notando el cadáver de Dipper en el suelo, pensó: "Él debe haber de causado todo esto de las paredes…. Otro no haría daño". Y comenzó a cortar los apéndices, genitales y extremidades de Dipper. Lo hizo en el mismo orden y de la misma manera que con Mabel. Lo hizo esta vez de forma rápida, y lo puso todo en la bolsa también.
Ahora era el momento de limpiar.
Como se pueden imaginar, ese cubículo del baño era un colosal lío de fluidos. El hombre tomó un cincel grande y empezó a raspar todo el semen de las paredes para luego meterlos en la bolsa. Le tomó un tiempo largo, cerca d horas. Una vez que lo había hecho, necesitaba limpiar el piso, así que salió un momento del cubículo y trajo consigo un trapeador que había traído con él todo el tiempo. Secó todo el lío de semen, sangre, mierda y vómito, metiéndolo todo en la bolsa, hasta que los pisos y las paredes parecían respetables, lo suficientemente limpios para tratarse de un baño de restaurante de comida rápida, de todas formas.
El hombre salió un poco de limpiador de inodoros y limpió la taza del inodoro, ya que estaba mucho más sucio que el propio cubículo. Después de unos minutos, la limpieza del cubículo de baño había terminado y todo resplandecía de limpio como un coche nuevo.
Salió del cubículo, listo para buscar a su próxima víctima.
Salió del cuarto de baño, y fue a la cocina de atrás de Taco Bell.
Al entrar allí se acercó una máquina que había en la esquina. Era una máquina de aspecto extraño. Tenía una manivela en uno de los lados, un embudo en la parte superior, algo con forma de un taco en otro lado, cerca de lo que parecía ser una cinta transportadora.
— ¿Por qué siempre tengo que hacerlo todo yo? —se preguntó el hombre.
Colgó su chaqueta manchada de sangre y se quitó sus gafas de sol, revelando uniforme de empleado de Taco Bell que llevaba debajo. Estaba impecable. Tomó la bolsa, y, uno por uno, comenzó a poner las partes de ambos cuerpecitos desmembrados dentro el embudo. Una vez que la bolsa estaba medio vacía, siguió poniendo más partes y cosas dentro de ella; Sólo que esta vez… empezó a darle vueltas a la manivela. Una vez que la bolsa estaba vacía, ya habían fuera hecho dos tacos hechos.
No eran realmente tacos. En realidad eran partes de cuerpo humano con forma de tacos.
Estos bajaron por la cinta transportadora y el empleado, usando unos aerosoles, comenzó a pintarlos. Una vez que llegaron al final de la cinta transportadora, se veían como tacos auténticos.
El hombre agarró a uno de los "tacos", lo envolvió en papel secante y se dirigió a la parte delantera del mostrador. Se lo entregó al viejo cajero y luego volvió a entrar en las profundidades de la cocina.
— ¡Aquí está su TACO, señor! —le dijo el cajero alegremente al grasoso cliente que tenía en frente.
— ¡Gracias! —contestó Soos, entregándole el dinero al cajero.
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Me quedé dormido en la parada de autobús. Nunca lo volveré a hacer

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Había sido un día tan largo, tan cansado, tan ocupado. Desperté muy temprano en la mañana para salir de casa, y durante todas las horas estuve arreglando algunos asuntos para la universidad. Papeles, papeles y más papeles, certificados, fotos, recibos además de un montón de mierda que sinceramente no tiene sentido para mí. También tuve que ir al banco e incluso aproceché para ir al centro comercial para comprar algo de ropa.
El hecho es que al momento en que finalmente me iba a ir a mi casa ya eran las 5:30 de la tarde aproximadamente, con esto el cielo se había tornado nublado, con infinidad de nubes negras surcando mi vista y avecinando una lluvia. Justo como lo pensé, gotas de agua comenzaron a caer suave y lentamente, entonces en cuestión de minutos mientras yo iba en camino a la parada de autobús es que aquellas suaves gotas de agua aumentaron velozmente hasta que una lluvia fuerte llegó para quedarse.
En este punto yo me encontraba corriendo con mis bolsas de ropa y mi mochila intentando escapar de la lluvia y llegar lo más pronto posible a la parada de autobús.
No pude evitar quedar empapado, y para cuando llegué a la parada de autobús noté que había otras dos personas esperando, me senté en la silla junto a ellos a esperar para cuando llegase mi ruta. Allí finalmente pude refugiarme del diluvio además que me puse lo más cómodo posible, solté mi mochila junto con mis bolsas para ponerlas en el suelo bajo mis piernas, después me recosté en el espaldar de la silla.
Joder, me encontraba tan cansado, tan adormecido y además tan aliviado de finalmente poder descansar mi adolorido cuerpo en algún lugar, que sin darme cuenta poco a poco me fui quedando dormido allí mismo, mientras en mis oídos solo entraba el sonido incesante de las gotas de agua chocando con el suelo y las superficies. Tenía frío por mi ropa mojada, pero eso no me importó, todo lo que quería hacer era tomar solo un pequeño descanso.
Estoy seguro que al entrar al mundo onírico tuve algún sueño, interactué con el entorno irreal de mi mente somnolienta, pero como comúnmente me suele pasar; no recordé nada de este sueño para cuando abrí mis ojos y mi consciencia despertó. Al principio fue calmado, aclaré mis pesados ojos para después parpadear con alivio. La tranquilidad que sentí exponencialmente se fue disipando. Todo lo que veía era una ciudad… mi ropa de salida… las bolsas y la mochila… la estructura del pequeño lugar en el que me encontraba: la parada de autobús. Ya no estaba lloviendo, era de día, y estaba solo allí.
“No puede ser posible” fue lo primero que pensé al estar totalmente consciente, recordando lo que hice antes de caer dormido y dándome cuenta que mi ruta ya se había ido con las dos personas que estaban conmigo. Los maldije por no despertarme y me maldije a mí mismo por cometer el error de dormirme.
Sin embargo, nada de eso importaba ya, pues entonces cosas que fui notando a mi alrededor me fueron extrañando y confundiendo.
Me levanté de la silla de la parada de autobús y visualicé todo. No sé si alguna vez has tenido algún sueño en donde sientes y percibes que el cielo está mucho más cerca de ti, más cerca al suelo, esos sueños en los que el cielo parece estar tan abajo, que si te vas a la azotea de un edificio lo suficientemente alto puedes llegar a tocar las nubes. Eso fue precisamente lo que sentí, me sentí con mi cuerpo tembloroso como cuando tienes miedo a las alturas y te encuentras en algún lugar muy alto. Comencé a caminar más y me di cuenta que mis pasos estaban pesados. El cielo por cierto, estaba de un tono rosa, con nubes blancas y otras ligeramente anaranjadas. Yo estaba sumamente confundido y llegué a pensar que todo se trataba de que aún me encontraba durmiendo.
Decidí ojear la hora en mi teléfono celular, pero este no encendió, lo cual me extrañó mucho más. No sabía cuánto tiempo había estado allí dormido, entonces un hecho que al principio dejé pasar pero que ahora era muy evidente es que no pude escuchar o sentir la mínima presencia de algún ser humano cerca. Me sentí realmente solo, aun cuando recordaba que antes la ciudad estaba inundada de personas que iban y venían. Las voces y los pasos de la muchedumbre ajetreada de los alrededores ya se habían ido.
Seguí caminando y caminando mirando a todas direcciones, y de hecho en algún momento empecé a gritar a la intemperie por alguien, pero como dije antes, parece que estaba totalmente solo en el mundo.
En este punto yo ya me encontraba no solo confundido, sino también asustado, y algo desesperado, pero traté de mantener la calma, nada debía ser real. Los edificios también estaban vacíos, y además parecían estar… hechos de un material extraño. Un material que era algo blando al tacto, y además tenía un muy apagado olor a piel humana, o eso es lo que pensaba cuando el olor lograba llegar a mis fosas nasales. También noté que “el asfalto” en las calles tenía pelos que salían a la vista, y a decir verdad también parecía estar hecho de un material raro. ¿Acaso estaba en otro planeta? Llegué a pensar con mi cabeza dando vueltas, mientras un sentimiento de angustia crecía dentro de mí esta vez muy rápido.
No fue hasta que había viajado a través de la desértica e inmensa ciudad durante lo que parecieron treinta minutos que llegué a otra parada de autobús y para mi tremenda sorpresa; vi a una persona, una mujer dormida en el asiento. Sintiendo un alivio indescriptible al saber que no estaba solo, corrí de manera pesada hacia la mujer para llegar y despertarla.
La jaloneé del hombro varias veces, le hablé de forma errática y entonces la mujer despertó, parecía tan aturdida como yo lo estaba cuando desperté. Quizás manejé mal la situación pues la inundé de un montón de afirmaciones, preguntas y comentarios extraños para ella. “Apúrate, levántate, tenemos que Salir de aquí. ¿Sabes en dónde estamos? ¿Te dormiste en una parada de autobús y llegaste hasta aquí? Esto es malo, parece que estamos atrapados en un lugar desconocido pero yo no sé tampoco nada…” y más palabrerío que sinceramente la sacaron de paciencia así que ella viéndome como un loco se levantó del lugar y se apartó. Sin embargo, al caminar a la ciudad se dio cuenta del extraño panorama de todo.
La mujer era joven, creo que era de mi edad, una adolescente como yo que tengo diecinueve años. De inmediato la mujer miró a todas direcciones totalmente desorientada. El cielo, los edificios y las calles vacías, el extraño aspecto de todo. Era claro que su miedo estaba creciendo.
Lo primero que hizo fue bombardearme con un millón de preguntas, pero yo me mantuve ignorante, no sabía ni qué responder. Ella estaba molesta conmigo, o eso parecía, es como si ella pensara que yo no quería aclarar sus dudas a propósito. Me disculpé y le dije que lo más pronto posible debíamos encontrar una salida de ese lugar, y entonces fue que se nos ocurrió lo más lógico que nos podría ayudar: esperar en una parada de autobús a que pasara una ruta para ver si nos llevaba a las respuestas, o dormir en una parada de autobús como lo habíamos hecho para llegar a donde estábamos.
Caminamos por minutos revisando todo, ella quería hacerlo pero yo le decía que no debíamos alejarnos de la parada de autobús, después de todo íbamos a intentar dormir allí de nuevo, aun así ella seguía caminando y gritando por ayuda o señal de vida cerca. Durante la caminata nos dijimos nuestros nombres y edades, aunque eso no era muy importante en aquel caso. Yo soy Chris y tengo diecinueve años, ella se llamaba Stella y tenía 23 años, resultando ser mayor que yo. También se nos ocurrieron infinidad de ideas, posibilidades y teorías sobre el mundo en donde nos encontrábamos y cómo salir de él.
Definitivamente yo ya estaba más tranquilo, y ella por el contrario tenía su mente tan horrorizada como yo la tenía tiempo atrás. Decidimos entonces regresar a una parada de bus, y cuando cuestionamos cómo íbamos a conciliar el suelo tan pronto como lo quisiéramos, es que Stella recordó que de seguro traía en su bolso unas píldoras las cuales la ayudaban con sus problemas para dormir. Ella traía su bolso aún, no como yo que en mi confusión completa dejé tiradas mis bolsas de ropa y mochila a su suerte.
Inspeccionó detenidamente su bolso, y casi se nos llenan los ojos de lágrimas de gran alivio al ver que ella sí tenía sus píldoras. Al menos ahora parecía que no todo estaba muy perdido.
Pero… entonces sentimos algo, sentimos temblores muy pequeños pero insistentes en el suelo. Nos vimos a las caras extrañados, y fue entonces que escuchamos como algo se acercaba desde las lejanías. Dirigimos nuestros ávidos ojos a las carreteras circundantes, solo para lograr apreciar algo que finalmente confirmó que este lugar podría ser mucho peor de lo que imaginábamos. Cientas de criaturas igual de foráneas como el mismo mundo en que estábamos se aproximaban a nosotros a una velocidad monstruosa. Aquellas cosas andantes medían casi tres metros de altura y se desplazaban en seis patas, patas calvas de color beige que se asemejaban a las alas de un pollo, como torcidas piernas humanas que terminaban en una punta muy delgada. Sus torsos eran como los de las tarántulas, dos bultos que a diferencia de las patas sí estaban cubiertos de un áspero pelaje color marrón muy oscuro. Pero sin duda lo más horrible eran sus grandes cabezas, óvalos del color de la arena con un montón de hoyos muy profundos.
Nuestros corazones dieron vuelcos de terror, al presenciar semejante escena tan irreal. Yo por mi parte salí corriendo gritándole a Stella que nos fuéramos de una vez por todas, pero ella estaba paralizada. Me detuve y la tomé de la mano para así poder ambos comenzar una sufrida carrera contra esos seres asquerosos.
Todos nuestros esfuerzos fueron en vano, y nuestro terror se multiplicó a cantidades extremas cuando notamos que varias de esas criaturas ya nos estaban alcanzando. Una de estas cosas alargó una de sus patas, la cual se enroscó en un brazo de Stella la cual comenzó a ser halada. Ella gritó muy fuerte, y yo intenté halarla a ella a mí, pero inevitablemente se me soltó, aquella criatura poseía una fuerza descomunal. Salí disparado al suelo, y entonces noté como el bolso de Stella se desprendió. Me levanté para ir por mi amiga, pero entre sus gritos de terror solo pude distinguir como aquella criatura que la tenía capturada sacaba más de sus patas para meterlas en la boca de Stella cuan profundo se pudiese solo para sacarle los órganos, los huesos y los músculos dejando la piel vacía como cáscara.
Justo allí sentí que mi corazón se partía y mi cabeza se mareaba, pero no me podía dejar vencer por el intenso horror y repulsión que en un punto casi me hizo vomitar. Tambaleante pensé en ir por el bolso de Stella para sacar sus píldoras, pero aquellos monstruos estaban también muy cerca de mí ahora, sin embargo tuve algo de suerte ya que los que más estaban cerca de mí se quedaron con mi amiga haciéndole no sé qué cosas a su piel. Aproveché eso para salir corriendo lo más rápido que mis piernas me permitieron.
Tenía tanto miedo que el único pensamiento que corría dentro de mi mente era “todo esto debe ser un jodido sueño. Mejor, una muy jodida pesadilla” y cuando finalmente llegué a la parada de autobús más cercana, sin nada más que se me ocurra en el instante es que comencé a golpear mi cabeza contra el borde de un muro metálico de la estructura con todas mis fuerzas hasta sangrar. Luego muy mareado y aturdido me arrodillé en el suelo y me golpeé la cabeza esta vez contra el suelo hasta que los impactos me jodieron por completo y caí semi-inconsciente allí mismo. Lo último que recuerdo es que mi vista se hizo de un color rojizo por toda la sangre que salía de mi cráneo, y como una de estas criaturas de tomaba con una de sus feas patas para alzarme.
Finalmente, por un milagro que aún hoy agradezco, desperté sano y salvo, pero en la cama de un hospital con la cabeza vendada y operada. Unas personas; en mi dimensión, vieron mi cuerpo tendido en la parada de autobús, cubierto de sangre así que llamaron a urgencias para que me llevaran. Y ahora estaba finalmente fuera de ese maldito mundo.
Me siento mal por Stella, en especial por su descarnada muerte, pero más que nada estoy demasiado alegre de haber salido del lugar en el que me encontraba antes de que algo malo me pasara. Al fin y al cabo, he concluido que esas criaturas horribles toman la piel de las víctimas que caen en su extraña dimensión para usarlas de material en muros de edificios, o como material para en suelo, quizás para muchas cosas más que sinceramente no deseo ni imaginar.
Me quedé dormido en la parada de autobús, y nunca jamás lo volveré a hacer.
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Relato corto: La Profecía/ Parte I

Relato corto: La Profecía/ Parte I
King Ancalaghon
El Rey Demoniaco del Viejo Mundo: Ancalaghon, resurgirá y pondrá en marcha a un ejército el doble de grande al de su Rival: Mordekaiser. Y entonces el rey Espectral y Demoníaco creara grandes terraplenes y se hará dueño de una buena parte de los dominios en Runnaterra. Y nadie ni nada podrá detenerlo, ni siquiera el gran Mordekaiser podrá detenerlo. Ni siquiera los Demacianos.
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Frontera entre el reino De Demacia Y Noxus, junto al río Arnoh, final del verano.
Vanguardia del Ejercito Demaciano.
Treinta mil soldados al servicio del reino de Demacia se apiñaban en su frontera, próximos al nacimiento del río Arnoh.
Era un ejército colosal el que Tianna Guardia Corona había reunido. Se decía que una comitiva Noxiana se había acercado lo suficiente en las fronteras del Arnoh y eso había provocado que una parte dela Vanguardia Valerosa liderada por Tianna, una de las mejores mariscales del Rey Jarvan IV se hiciera presente para frenar aquel avance en seco. La gran mariscal del Rey había constituido una descomunal fuerza defensiva que parecía insuperable, capaz de resistir, como hicieran ya en el pasado, o en cualquier embate con sus enemigos en la frontera demaciana, por muy brutal que éste pudiera llegar a ser. Pese a todo, Tianna, la mariscal demaciana al mando de aquella parte del ejército de la Guardia Valerosa , se sentía inquieta. Entre los pelotones había algunos pueblerinos y éstos habían extendido por todo el ejército el rumor de que había una profecía antigua que predecía el nuevo ataque de un Rey Demoniaco, que lo arrasaría todo a su paso. La profecía aseguraba que nada podría oponérsele y que descendería sobre ellos implacable, inclemente. Estos rumores incomodaban a Tianna. Ella sabía combatir contra enemigos tangibles, de carne y hueso: Contra los magos, contra los noxianos y contra los caudillos del norte helado que recientemente habían empezado a atacar las fronteras en Fossbarrow, pero no sabía bien cómo derrotar una profecía.
Llegaron a la zona del encuentro. La Vanguardia se sentía extraña. Un día antes sus integrantes habían tenido una pesadilla espeluznante de un Dragón de miles de millones de Kilómetros de altura. Tianna, sin embargo, no pareció darle mucha importancia, pese a las advertencias de algunos pueblerinos que le pedían encarecidamente que esperara a los refuerzos de otro capitán de compañía, un joven que recientemente había ascendido a rango de Comandante y que había creado una nueva compañía con un nombre propio: Los Asendicar.
La mariscal no lo comprendía. ¿Cómo un mísero pueblerino había llegado a rango de comandante? Negó con la cabeza. Aquel joven cuyo nombre era Rovian, estaba infringiendo y violando leyes y costumbres muy antiguas. Eso podía ser peligroso. Podía mermar el orden en Demacia, negó con la cabeza. Volvió a concentrarse en el asunto que de verdad importaba, el supuesto ataque de las legiones Noxianas.
Tianna arrugó el ceño mientras escrutaba el horizonte. Nada. Sólo la inmensa pradera ante ellos, a medio camino entre el vergel del nacimiento del Rio Arnoh a su derecha y la pradera a su izquierda. Estaban a pocas millas del Pueblo de Idhun. Más al norte del sector se encontraba Sidur que ya había caído en manos del ejército enemigo. Tianna miraba a su alrededor y se sintió bastante segura. Tenía al mejor ejército del mundo, y había reunido a varios miles de soldados en una densa formación que podría detener el avance de cualquier enemigo, no importaba las nuevas unidades o estrategias que fueran a usar aquellas supuestas legiones que según ella se acercaban a sus fronteras. Además contaba con el apoyo de varios regimientos de caballería, que lucharían hombro con hombro para salvaguardar entre todos el bien común de las tierras Demacianas. Estaban preparados, eran muchos, más de cien mil, y compartían el mismo objetivo de defender aquel territorio costara lo que costara. Tianna avanzó al frente; seguía intrigada por el horizonte despejado. No se veía nada más que pradera verde y pasto, sólo se escuchaba el viento. De pronto comprendió lo que le inquietaba. No se oía a ningún pájaro, nada. Ordeno a los voladores de Dragarracos que surcaran los cielos e informaran del acercamiento de algún ejército. Y el sol a sus espaldas comenzaba a ascender, esa podía ser una ventaja para ellos. Sin embargo, aquel silencio resultaba muy misterioso. Fue entonces cuando una de las voladoras de Dragarracos descendió y empezó a dar sus informes:
--- Mi mariscal, es el ejército enemigo, se acercan, pero…--- Aquí la mujer se detuvo un tanto dubitativa.
A Tianna no le gusto ese silencio.
--- ¿Pero? ¿Qué ocurre? ¿Habla?
--- Es el ejército, no guarda semejanza con los noxianos, al parecer se trata de otro ejército, y vienen con unas extrañas criaturas, no sabría cómo describirlas. Yo…
Tianna Levanto la mano interrumpiendo a su exploradora.
--- Bien. Eso es todo. Ya averiguaremos de qué se trata todo esto.
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Retaguardia del ejército enemigo
El Rey Demoniaco Ancalaghon, es decir, el terror de los dioses y señor de señores, estaba subido en un carro adornado con rostros extraños y símbolos viejos y antiguos. El carro de guerra tenia ruedas que resplandecían al estar reforzadas con remaches de bronce y unas afiladas y largas puntas de plata que al ponerse en marcha cortaban el aire con sus afiladas aspas por ambos flancos. El vehículo estaba tirado por cuatro Nauglirs negros, fuertes, recubiertos con cotas de malla para protegerlos de las flechas y lanzas enemigas. Ancalaghon hacía que su carro avanzara despacio, al paso, siguiendo la estela del grueso de su ejército infinito. Habían sido muchos milenios los que se había mantenido inactivo, esperando a que Runnaterra se hiciera débil, como lo era ahora. Débil. Patético. Aun recordaba la vieja era y a su rival: Mordekaiser. ¿Qué habría sido del poderoso señor de la muerte? El renacido de Hierro, así le gustaba autoproclamarse. La última vez que lo había visto había sido en Sidón, en la campaña contra los Bactrianos, eso, hacia miles de años, y ahora que lo recordaba Mordekaiser le había hablado de una guerra civil en su amada Noxii, aunque parecía no preocuparse demasiado por aquello; era como si ya hubiera sabido de la inminente traición. En ese momento el Rey Demoniaco acertó muy bien que Mordekaiser ya sabía sobre la traición y había dejado que sucediera, quizá para ir a aquel lugar llamado Mithna Rachnu’un, un imperio que había creado en el Reino de la Muerte. Sonrió. Eso era interesante.
Ancalaghon aun repasaba en su mente a todos los rivales que se habían interpuesto en su camino hacia el control absoluto de la Runnaterra que le correspondía por derecho de herencia, como heredero único y legítimo de los Naugrim: primero en la primera Edad, es decir, en la época de las estrellas, tuvo que vérselas con Glaurum y con Arstaxactra de Koqru y luego con las revueltas los seguidores de Mordekiaser, dirigidas por sus generales más preeminentes: Molón y Sevhatar; también tuvo que sufrir y solucionar la defección de toda occidente, de la que aún quedaba pendiente el problema de Bactria y Kemrri, para este objetivo final había tenido que pactar con Mordekaiser, eso hacia miles de millones de años, pero en la actualidad aquellos imperios se habían extinguido, ya no quedaba ni el recuerdo de lo que habrían sido. Ahora aquella región era conocida como Shurima.
“Patético” Pensó.
Antes el occidente y el oriente eran regiones poderosas y no necesitaban de ascendidos o de bendiciones mágicas o axiomantes estúpidos para mostrar su fortaleza. Era increíble que los seres humanos de aquella región hubieran olvidado la fuerza que los movía por dentro. Un poder más allá de la magia. Bueno, mejor para él, quizá más adelante podría tomar aquella basta región y someterlo a su dominio como habían hecho en el pasado. Por ahora solo necesitaba un establecimiento y que mejor lugar que aquella zona entre el débil imperio Noxiano y el Demaciano. Esto si le divertía: el poderoso imperio de Noxii reducido a un imperio débil, gobernado por tres idiotas y por uno que se había dejado poseer por un demonio: Raum. No podían mostrar más debilidad, En sus tiempos habrían matado a cualquier mortal por dejarse poseer por un demonio. Dejarse poseer por una entidad demoniaca era indicativo de inseguridad, y más aún, de debilidad. Ya en su momento Mordekaiser pondría orden en aquella región. Aquello no era de su incumbencia.
Ancalaghon miró al cielo: un día despejado aunque había unas extrañas aves que volaban y surcaban los cielos. Aunque al descender en dirección al río y divisar la línea del ejército demaciano, el rey se percató de que el sol, en su lento ascenso hacia lo alto del cielo, les cegaría.
El comandante o general de aquel ejército se había situado con el sol naciente a sus espaldas. Eran hábiles aquellos demacianos, había que reconocerlo. A Ancalaghon no le gustaban los retrasos. Argilak, su primer general acababa de llegar desde la vanguardia del ejército para recibir órdenes y el rey se dirigió a él con instrucciones precisas.
--- Haz avanzar la falange de inmediato.
--- ¿Contra el sol, mi temido señor? ---preguntó Argilak, no con duda, sino sólo buscando una confirmación de la orden.
--- Contra el sol ---se reafirmó el rey---. Usa los nuevos escudos que hemos diseñado para contrarrestar el sol. Será la misma táctica de siempre, el yunque y el martillo, pero esta vez modificare las cosas un poco, solo un poco.
Argilak sonrió.
--- Así se hará, mi rey. ---Y montando en un Valaruma de fuego que un soldado le dispuso, partió al galope hacia las unidades de vanguardia.
Todo estaba en marcha y el ejército demaciano no lo sabía.
--- Mi señor.
Ancalaghon volvió a voltearse para ver con seriedad a su otro explorador.
--- ¿Sucede algo?
--- Hemos averiguado la identidad de la general del ejército demaciano.
--- ¿La?
El explorador aguardo unos segundos en responder.
--- Si mi señor, al parecer es mujer.
Ancalaghon sonrió.
--- Vaya, que interesante, es mujer. Esto lo pone más interesante. Pues hay que mostrarle a esa mujer que no se hace trabajos de hombre.
Informa a los conductores de bestias, los quiero listos para el momento.
--- Así se hará, mi temido señor.
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Vanguardia del ejercito Demaciano. Centro de la formación de la Vanguardia Valerosa
Tianna vio emerger en el horizonte al temido ejército del que sus exploradores hablaban. Eran miles, veinte mil, treinta mil, quizá algo más, acertó con extrañeza de que no guardaban semejanza alguna con las armaduras de los Noxianos. Estos eran diferentes y su ejército era más ordenado, más complejo. En las alas se veía a dos cuerpos de caballería. Jinetes a caballo y jinetes montados en otros animales extraños parecidos a lagartos gigantes. No era frecuente ver cuerpos armados de jinetes sobre criaturas semejantes, pero aquello no la importunó demasiado. Ya estaban ahí. Eso era lo importante. La espera había terminado. Al menos, en lo referente a visualizar al enemigo.
Tianna miró al cielo. El sol se elevaba lentamente y aún seguía a sus espaldas. No atacarían hasta pasadas unas horas. No tenía sentido hacerlo con el sol de cara. Los nuevos invasores esperarían. Eso era extraño. ¿Por qué estaban esperando? ¿Si esperaban más estarían en desventaja. Aquello no tenía ningún maldito sentido. No tenía ningún maldito sentido.
La mariscal caminaba relajada frente a sus tropas. Las examinaba con minuciosidad. Los escudos estaban limpios y las espadas eran largas y eso podía cambiar el curso de cualquier combate, las empuñaduras preparadas por manos firmes y los escudos colocados en formación. Resistirían. Tianna se volvió hacia el enemigo. Estos habían dispuesto una formación similar, pero para su sorpresa habían colocado unas lanzas tremendamente largas y empezaban a colocarse en una extraña formación. La formación, si a aquello se podía llamar formación, se asemejaba a un muro de picas: Primero, los de la primera fila colocaron sus enormes lanzas en ristre, y los de la segundo en vertical, acto seguido uno de los jefes militares, un general rugió y las filas de piqueros avanzaron rugiendo y cantando, al tiempo que un cuerno de guerra anunciaba el avance de aquella extraña formación que poco a poco se acercaba hacia la infantería demaciana.
Entonces Tianna dio órdenes de avanzar y solo le quedo observar. Seguía avanzando. La formación enemiga se encontraban a unos tres mil pasos. Era una distancia prudente para detenerse, pero seguían avanzando, no dudaban, no vacilaban, avanzaban impertérritos, sin miedo, sin temor, al tiempo que el constante sonido de sus pasos hacia retemblar la tierra. Tianna se detuvo y apretó los labios. El enemigo proseguía con su avance, impertérrito. ¿No les molestaba el sol? No era lógico atacar así.
Dos mil quinientos pasos.
Las puntas de aquellas exageradas y largas lanzas brillaban bajo la intensa luz del día. Tianna carraspeó y escupió en el suelo una vez más. Al volver a alzar la mirada observó que el avance del ejército enemigo no se detenía.
A dos mil pasos y seguían.
Tianna se pasó el dorso de la mano por debajo de la nariz. Se dio la vuelta entonces hacia uno de sus oficiales.
--- ¡Mi espada! ---gritó, y el poderoso tono de su voz transmitió a sus hombres el mensaje. Todos tensaron los músculos-- -. ¡Preparados para el ataque---vociferó la mariscal, y su orden se repitió a lo largo de la interminable línea defensiva del ejército demaciano.
Mil cuatrocientos, mil trescientos, mil doscientos pasos y no se detenían.
Tianna observaba las enormes y exageradamente largas lanzas del enemigo y había algo que no le gustaba, pero no sabía bien qué era.
Mil pasos.
--- ¡Que se preparen los arqueros! ---ordenó Tianna---. ¡Una lluvia de flechas apaciguará su avance! Varios miles de arqueros ajustaron sus arcos tras la larga línea de la primera formación. Era probable que el enemigo hiciera lo propio.
--- ¡Demacianos , preparad vuestros escudos! ---aulló la mariscal. Los demacianos de su formación levantaron sus escudos para protegerse de una posible lluvia de flechas, mientras en el fondo de sus corazones esperaban que las flechas no fueran a embestirles.
Ochocientos pasos, setecientos, seiscientos.
Aún no estaban a tiro de los arqueros. Debía esperar más. Tianna no llegaba a ver las alas. Sus oficiales de caballería deberían de decidir qué hacer, al menos en el principio del combate. Tras la embestida inicial, una vez asegurada la posición, iría a una de las alas para comprobar que las caballerías cumplían su función frente a la caballería del enemigo. Mantener la formación era clave, pero las alas debían resistir también o todo podría venirse abajo.
Quinientos, cuatrocientos, trescientos pasos.
Tianna iba a ordenar que los arqueros dispararan, cuando de improviso la formación enemiga se detuvo en seco. El contraste entre el ruido de los miles de pisadas avanzando con el silencio que sobrevino al detenerse de golpe era sobrecogedor. Tianna admiraba la disciplina incluso en el enemigo. Era una bonita exhibición, pero todo eso daba igual. No estaban en un desfile, sino en una batalla. La mariscal alzó su brazo para dar la orden a los arqueros cuando de pronto la extraña formación enemiga, treinta mil soldados, alzaron sus escudos. El sol reflejó sobre la superficie de los mismos con tal fuerza que cegó a todos los demacianos.
--- ¡Ahora, disparad ahora! ---gritó Tianna, pero ya era tarde, demasiado tarde. Los arqueros disparaban sin ver, cegados por treinta mil escudos que actuaban como espejos del sol y que herían la vista de sus contrincantes.
--- Escudos de plata ---comentó en voz baja uno de los oficiales ---. Están usando escudos de Plata. La Mariscal hizo callar al oficial con una mirada fulminante y volvió a dar órdenes.
--- ¡Escudos en tierra¡ ¡Hay que resistir su carga y protegerse de las flechas enemigas! ¡Escudos en tierra! ¡Ni un paso atrás! ¡Resistid!
Tianna daba las órdenes que debían darse a pesar del dolor ocular de su Guardia Valerosa.
Aquellos escudos de plata enemigos estaban retrasando el avance de la formación y el ataque de los arqueros. No se podía ver bien contra el reflejo del sol en aquellos malditos escudos. Era por eso por lo que estaban confiados. Tianna creyó ver al enemigo a unos doscientos pasos, luego la luz del reflejo de uno de aquellos escuderos la cegó, se situó entonces justo detrás de la línea principal. Miró otra vez. Parecían estar muy cerca. Se escuchaba al enemigo gritando. De pronto llegó el impacto brutal. Muchos de los demacianos de primera línea fueron atravesados por los piqueros enemigos. Más de lo que era esperable. Demacianos de la segunda y tercera fila reemplazaron con rapidez a los caídos y al fin pareció contenerse la avalancha enemiga, pero habían caído muchos soldados de la Vanguardia Valerosa bajo su mando. No era lógico. Tianna se acercó a la línea de la formación. Los enemigos empujaban y sus hombres y mujeres hacían todo lo posible por mantener la línea, pero de cuando en cuando una de aquellas lanzas exageradamente largas asomaba entre sus hombres y atravesaba a un soldado en el hombro, en la garganta o el pecho; en el cielo también habían empezado algunos combates y los dragarracos caían como lluvia.
Tianna comprendió lo que no le había gustado de aquellas lanzas: eran más largas, de casi 30 codos, cuando sus hombres solo usaban espadas. Esos codos de más les daban ventaja a los enemigos y los malditos parecían estar bien entrenados para sacar partido de aquella circunstancia. Sus hombres, pese a todo, parecían contraponer a la insuficiencia de sus armas con un mayor coraje y entrega. La línea se mantenía. Habían perdido muchos más hombres, pero la formación se mantenía. La cuestión era por cuánto tiempo más. El enemigo ni siquiera había utilizado arqueros. ¿Tanta confianza tenían en sí mismos? Tianna miró hacia los extremos de su formación. ¿Y las alas?
--- ¡Mi caballo! ---pidió la mariscal, y una hermosa yegua blanca apareció de entre los arqueros---. ¡Mantened la posición a toda costa! ¡Ni un paso atrás! ---fue lo último que ordenó a sus oficiales, y partió hacia el extremo izquierdo de su ejército. Tenía que saber qué ocurría con la caballería.
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Retaguardia del ejército enemigo.
--- Parece que resisten ---comentó el rey Ancalaghon a sus consejeros y a su joven hijo Keleborn reunidos a su alrededor para contemplar el transcurso del combate. Ephiartes, el consejero del rey, guardaba silencio.
--- Deberíamos haber mandado a los valaraukar de fuego, a las bestias por delante o transformarnos y acabar con esto de una vez, ---dijo Keleborn nervioso.
Su padre le miró con severidad.
--- Tienes la impaciencia propia de tu juventud, pero impropia de un futuro rey ---le respondió Ancalaghon sin inmutarse-; la prudencia es siempre mejor consejera. Siempre estamos a tiempo de usar las bestias o de transformarnos y, de momento, quiero ser más cauto. ---Su hijo sabía del plan de su padre de intentar tener más y más bestias hasta conseguir una fuerza colosal invencible en todo Runnaterra, y más aún, en todo el mundo conocido, así que bajó la mirada y calló.
--- Hay que ver qué ocurre con las unidades de catafractor, veo que los demacianos tienen algo parecido, pero ahora que los veo bien parecen juguetes de niño, parecen una patética imitación de nuestros catafractor, por ahora deberíamos usar a la caballería ligera- -añadió Toante algo más cauto. El rey asintió un par de veces mientras respondía a Toante.
--- Estoy de acuerdo. Hay que ver lo que ocurre con las nuevas unidades de catafractor, pronto tendremos que ponerlos en acción y usarlos para contrarrestar el ataque de la caballería demaciana; por ahora hay que usar a la caballería ligera. Hoy nos la veremos. Ahora escuchen, en esta batalla y en las siguientes no usaremos magia. Me se dé buena manera por mis espías que estos Demacianos usan armaduras que les permiten absorber la magia, una pena que no sepan usar esa magia en su armadura, y si, ---añadió--- llevas razón Toante, tienen unidades algo parecidas a nuestros catafractor, pero no guardan mucha semejanza, más bien parece que tienen a esas unidades de decoro. Habrá que ver como esta mariscal o general usa a su caballería.
Keleborn miró de reojo con rencor y furia contenida a Toante, este último le estaba quitando la atención de su padre, pero no dijo nada. Ephiartes, el veterano consejero de Ancalaghon, veía con prevención el rencor latente de Keleborn hacia Toante. No era inteligente por parte de Ancalaghon promover ese enfrentamiento entre primo e hijo. Un ejército con generales que se desconfiaban entre sí o que competían de forma desmesurada por satisfacer las ansias de victoria del rey podía conducir todos los planes a un desastre, pero se guardó sus pensamientos. El rey no estaba para disensos esa mañana.
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Ejército Demaciano. Ala izquierda de la Vanguardia Valerosa.
Tianna llegó junto a la caballería en el extremo izquierdo de su ejército. La lucha era ya encarnizada. Los jinetes Demacianos y los jinetes del invasor combatían en una confusa maraña contra lanzas y otros jinetes enemigos montados en lagartos gigantes derribaban a la caballería ligera. Los Dahas, es decir, los jinetes de lagarto eran una nueva unidad del ejército de Ancalaghon en donde dos guerreros montaban en una sola criatura, que al entrar en combate, uno de los dos desmontaba y desde tierra hería a las monturas enemigas. Por su parte, los jinetes de la caballería ligera se beneficiaban de la mayor envergadura de esos animales, de modo que podían atacar a los demacianos desde más arriba, haciendo que sus golpes de espada hacia abajo fueran más potentes, para lo cual se ayudaban de unas armas que empuñaban con destreza. Tianna azuzó a su yegua y se introdujo en medio de la contienda. Consiguió zafarse de uno de los guerreros que había desmontado y le clavó su espada entre los ojos. Luego se adentró hasta embestir con su caballo a uno de los Dahas. Una espada le rozó la sien. Tianna se revolvió y sesgó de un tajo poderoso la mano que blandía el guerrero. Ella, la gran mariscal del rey, no era una del montón. Era Tianna. Veterana desde niña, desde siempre. No se iba a dejar amedrentar por guerreros de aspecto horrido y por un puñado de jinetes más o menos bien adiestrados.
Los malditos necesitarían algo más si querían hacerles retroceder.
--- ¡Masacrad a estos malditos! ¡Mantened las posiciones!
La voz de la mariscal reverberó por encima del fragor de la batalla inyectando ánimos a los guerreros de su ejército.
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Retaguardia del ejército enemigo
Argilak había sido llamado por el rey.
Ancalaghon quería saber de primera mano cómo iban las cosas en el frente de la falange hoplat.
--- Resisten, mi rey ---respondió Argilak sin añadir más. Respiraba entrecortadamente y tenía sangre enemiga salpicada por brazos y piernas.
El rey miró el líquido rojo con aprecio. Argilak no era un genio, pero era un servidor leal y eso ya era mucho en los tiempos que le había tocado vivir.
--- ¿Y en las alas? ---inquirió el rey.
--- Por lo que me han dicho mis oficiales, ni los dahas ni la caballería ligera han conseguido abrir brecha alguna en ninguno de los dos extremos. No perdemos ni mucho ni menos, pero estamos estancados ---concluyó Argilak, sacudiéndose polvo y sangre entremezclados. Esperaba órdenes. Keleborn volvió a mirar a su padre, pero sin decir nada.
El rey cruzó sus ojos con los de su hijo y tras un segundo de silencio asintió una vez mientras daba las nuevas instrucciones.
--- ¡La resistencia de esa mujer empieza a resultarme impertinente! ¡Que las unidades de catafractos reemplacen a las fuerzas de caballería de las alas! ¡Keleborn, tú dirigirás el ataque por nuestra ala derecha y Toante, tú por la izquierda! ---Y luego, bajando la voz, pero de modo aun claramente nítido para todos---: Quiero acabar con esto antes del mediodía. Tengo hambre. Hambre de carne humana. Quiero prisioneros, me los comeré más adelante.
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Ejército Demaciano. Ala izquierda de la Vanguardia Valerosa.
Tianna había recibido un corte en uno de sus hombros. No era profundo y su armadura había amortiguado el impacto, pero la habían herido. Su sangre se confundía con la de una decena de enemigos que había abatido con los mandobles de su espada. Estaba cansada, pero no derrotada. Sus jinetes, valerosos, fuertes y valientes habían mantenido la pugna y el ala izquierda no había cedido terreno. Y de pronto las buenas noticias llegaban de todas partes: El ejército Invasor retrocedía, y en el ala derecha llegaba una oficial que confirmaba lo mismo. Los invasores replegaban su caballería. Si la formación de la Vanguardia Valerosa no estuviera tan estancada en el centro podría ordenar un avance, pero quizá fuera su oportunidad para intentar deshacer las alas enemigas y atacar la extraña formación de sus rivales por los extremos.
--- ¡Reagrupaos! ¡Rehaced la formación! ---Tianna gritaba mientras sus pensamientos se atropellaban. Estaba considerando lanzar una carga de persecución contra el enemigo que se batía en retirada, cuando observó algo que le hizo dudar. Los jinetes de sus enemigos, es decir, su caballería ligera se dividían en dos mientras galopaban hacia sus posiciones de retaguardia dejando un amplio pasillo central por el que emergían nuevas unidades montadas, estos eran diferentes. Los nuevos jinetes parecían cabalgar sobre caballos más robustos, pero no galopaban sino que más bien avanzaban al trote al tiempo que sus conductores portaban unas lanzas negras como la oscuridad exterior y lo empuñaban en vertical sin colocarse en posición de combate. Sin embargo, a medida que se acercaban la mariscal pudo comprobar que los jinetes que montaban aquellos pesados animales estaban recubiertos de cotas de malla de metal por todo el cuerpo, con brazos, piernas, pecho, todo perfectamente protegido y, lo más sorprendente aún: las propias bestias estaban completamente recubiertas de mallas densas que debían pesar una enormidad, pero que los caballos acertaban a trasladar con un trote decidido y, aparentemente, irrefrenable. Tianna sabía lo que se les venía encima. En la biblioteca del palacio del rey habían historias y mitos sobre los temibles catafractor de un rey demoniaco cuyo nombre había sido olvidado. Según lo que había leído y lo que había acertado a comprender, era que aquellas unidades eran lentas en sus maniobras, pero que esa lentitud la compensaban con su robustez absoluta. Se trataba de caballos y jinetes completamente acorazados, prácticamente indestructibles. Tianna, como otros muchos, pensaba en aquéllas eran historias del pasado, anteriores a las guerras Runicas.
La mariscal vio desaparecer a la caballería ligera tras las pesadas unidades catafractas. El suelo empezó a temblar bajo las pezuñas de su propia montura y el estruendo monocorde del avance de los caballos blindados penetró en los oídos de los jinetes del ejército demaciano que como ella, se sentían extrañados de ver unidades extrañas y nuevas, que nunca habían visto en un campo de batalla. Tianna se pasó la sudorosa y ensangrentada mano derecha por la boca. Tenía sed, pero ahora no había tiempo.
--- ¡Manteneos firmes! ¡Los caballos en línea! -Dudaba. No sabía si ordenar una carga o recibir a aquella temible caballería blindada allí mismo, todos juntos, detenidos sobre la pradera del Arnoh. Sabía que la duda era el principio de la derrota---. ¡A la carga, a la cargaaaaaa!
Ambas caballerías, la ligera Demaciana y la blindada enemiga se encontraron en aquel inmisericorde campo de batalla, al tiempo que los jinetes enemigos, dos manos en sus respectivas lanzas se colocaban en posición de combate, rugiendo, para así, acabar con aquellos demacianos que se creían muy osados de meterse en su camino.
Y ahí estaba Tianna, Guardia Corona, la primera en impulsar su yegua contra las unidades blindadas de catafractos que se lanzaban contra ellos. En pocos metros, los jinetes demacianos consiguieron una velocidad de carga muy superior a la de los caballos acorazados de los jinetes enemigos. Aquello insufló un soplo de esperanza en el compungido corazón de Tianna, pero aun así, a pesar de todo eso, tenía un mal presentimiento.
Y entonces, ambas caballerías se encontraron y chocaron. Impactaron con una fuerza más allá de la natural, algunos soldados volaron por los aires, otros fueron despedidos y murieron con una lanza clavada en el pecho. El choque fue bestial. Los caballos de los unos y los otros se estrellaron de forma brutal, pero en lugar de crearse la típica maraña de caballerías enemigas, tras el primer impacto y la consecuente caída de los animales de primera línea, una vez que los demacianos habían perdido la fuerza de su carga, los catafractos del rey Ancalaghon retomaron su avance empujando al enemigo hacia atrás. Tianna lanzó una lanza contra uno de los jinetes enemigos, pero éste se cubrió con un escudo y la lanzase desvió de su trayectoria. Tianna veía a sus hombres intentando herir a guerreros y bestias enemigas con las espadas o las lanzas, pero la mayoría de los golpes se estrellaba una y otra vez contra las poderosas protecciones de metal de los catafractos. En ese preciso momento, los catafractos, lentos pero tenaces, respondían con sus propias lanzas y con certeros golpes de espada a los mandobles demacianos. Pronto Tianna vio como decenas de sus jinetes caían heridos entre horribles gritos de dolor para terminar siendo pisoteados por los caballos que, con el peso adicional del metal protector que transportaban sobre sí, parecían bestias titanicas que lo arrasaban todo a su paso. La mariscal intentó reagrupar a sus jinetes para establecer una línea defensiva del ala izquierda de su ejército, pero los catafractos, ajenos a las inútiles maniobras del ejército demaciano, continuaban su avance como fantasmas venidos de otro mundo, de otro tiempo, de otra era anterior a la Runnaterra conocida, como seres casi inmortales, fríos, sólo concentrados en su destino de destruir por completo al enemigo que, obstinado, intentaba sobrevivir a su imperturbable carga de hierro y sangre.
Tianna era una militar curtida, madura y decidida. En el campo de batalla, sabía lo que debía hacerse, cómo debía hacerlo y en qué momento. Ordenó la retirada. Aquel flanco estaba perdido. Perdido.
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Una carta abierta al tipo en Twitter que se pregunta si el sexo biológico es real - Jonah Mix

Imagina que estás parado en una estación de tren.
Frente a ti, ves a otro hombre cruzar las vías. Está distraído, demasiado ocupado para recorrer el camino largo, demasiado perdido en su teléfono para darse cuenta a dónde va. Gira la cabeza hacia el otro lado y ve el tren, que se precipita hacia él mientras camina en su camino. ¿Qué haces?
La respuesta es obvia, con suerte. Tu gritas. Gritas. Agitas los brazos y haces una escena. Y si todavía no se da cuenta, aún no levanta la vista de su teléfono, saltas y lo empujas a ti mismo. Tal vez no eres tan valiente en la realidad. No estoy seguro si lo estoy. Pero al menos esperas que eso sea lo que harías, ¿verdad?
¿Y por qué es eso? ¿Por qué pasarías por todo ese esfuerzo? Porque, conscientemente o no, entiendes las leyes de Newton. Comprendes que la fuerza es igual a la masa por la aceleración, que una cosa muy pesada que se mueve muy rápido puede destruir un cuerpo humano frágil en un instante. Haces lo que puedes para sacar a ese hombre del camino porque sabes que una vida depende de ello.
¿Pero sabías que las leyes de Newton no son estables? ¿Que existen como meras aproximaciones, susceptibles de romperse en todo tipo de situaciones? Es verdad. La física newtoniana no puede predecir la forma en que la luz se curva a través del sistema solar, o cómo un electrón podría girar alrededor del núcleo de un átomo. Incluso algo tan mundano como su teléfono celular se basa en un modelo mucho más sofisticado. Si bien esas ecuaciones que aprendiste en la escuela secundaria podrían ayudarte a pasar el día, toda la verdad nunca es tan simple.
Ahora, aquí hay una pregunta: Sabiendo eso, ¿cambias lo que le gritas al hombre en las pistas? Después de todo, "¡El tren viene hacia ti!" Es técnicamente inexacto. Einstein nos mostró que el movimiento es relativo; en cierto sentido, es igualmente razonable decir que el hombre se precipita hacia un tren estacionario. Te quedan unos segundos. ¿Te tomas tu tiempo y capturas todos los matices?
La física puede ser el menor de tus problemas, por cierto. La biología es igual de desordenada. Probablemente estés preocupado de que el hombre termine muerto, hecho pedazos o hecho pedazos. Pero, ¿qué significa estar vivo o muerto de todos modos? Muchos científicos le dirían que no existe un criterio único para distinguir la materia inanimada y la animada. Algunas entidades, como un virus o un prión, se encuentran en el espacio gris entre las dos categorías. Si ni siquiera puedes explicar por qué el hombre en las pistas está vivo, qué significa "vivo", entonces ¿qué sentido tiene preocuparse por mantenerlo así?
Y, por supuesto, todo esto no viene al caso si no sabemos qué hace que algo esté bien o mal en primer lugar. Existen docenas y docenas de preguntas éticas complejas sin ninguna respuesta acordada, y los fundamentos de la moral se debaten sin cesar. ¿Deberías hacer algo para ayudar al hombre? Puedes imaginar situaciones donde la inacción es mejor; tal vez sea un asesino en serie, o algún otro monstruo impenitente. Quizás no existan verdades morales, y tus esfuerzos por salvarlo son completamente irracionales. ¿Puede estar seguro de que es correcto intervenir, si ni siquiera puede definir qué significa "correcto" en primer lugar?
Mirando hacia atrás, lo que comenzó tan simple termina siendo bastante complejo: una obligación compleja, un proceso complejo, un resultado complejo. Presumiblemente, querrás asegurarte de que tu advertencia esté en línea con la última teoría cuántica. También querrás descubrir qué quieres decir con "vida" y "muerte". Y no estaría de más localizar al sacerdote o profesor de filosofía más cercano para elaborar los puntos más finos de la ética. Los matices, la precisión y un ojo crítico son importantes, después de todo. ¿No deberíamos esforzarnos por hacer todo bien?
Ahora, aquí hay un experimento mental diferente: imagina que eres tú en las vías del tren.
Últimamente, he visto muchos debates en Twitter sobre el sexo biológico: qué lo define, cómo se puede medir, si existe o no. Los hombres que dominan estos debates a menudo son expertos en sus campos, lo que significa que usan términos como "distribución bimodal" y "cariotipos no estándar" para expresar sus puntos mundanos. Creo que la mayoría de estos puntos son repeticiones tontas y cansadas de falacias identificadas por primera vez por los antiguos griegos en el siglo IV a. C. Confunden, o quizás se combinan intencionalmente, imprecisión con invalidez, percepción social con construcción social y binarismo con exclusividad. En otras palabras, intercambian la ilógica demasiado familiar que se manifiesta en la intersección de la ciencia y la filosofía, donde la cobardía ontológica aparece como la forma más alta de matiz.
Pero aquí voy de nuevo, ¿verdad? Es muy fácil dejarse atrapar por este debate, sentir esa ardiente indignación en el estómago que surge cuando se afirma con orgullo una afirmación tonta. Y ni siquiera tengo skin en el juego, binario o no, mi sexo todavía me llevará directamente a la categoría de "más pagado, menos violado". Entonces, ¿cuál es el punto más allá del ejercicio intelectual? Me parece cada vez más obvio que incluso entretener el debate es una concesión, un asentimiento a la vida de las mujeres siendo objeto de experimentos de pensamiento y contrafactual extraídos del aire por un posgrado que, por coincidencia, nunca se ha preocupado por el embarazo por violación..
Así que esa es mi resolución trimestral: no voy a debatir contigo sobre la realidad del sexo biológico, por la misma razón que no me pararía en la plataforma del tren para debatir los puntos más finos de la física mientras el hombre en las pistas se muele en pedazos. No porque tu posición sea inexpugnable. Porque incluso mencionarlo te hace un imbécil.
Eso puede sonar un poco dramático, una floritura retórica para encubrir una refutación débil. Pero, ¿cuánto tiempo has pasado leyendo hasta este punto? ¿Cinco minutos? ¿Diez? Si es así, el mundo tiene cincuenta chicas más mutiladas que cuando empezaste. ¿Los hombres que llevaron a cabo esas mutilaciones estaban confundidos acerca de lo que hace un cuerpo femenino? ¿Consideraron las combinaciones cromosómicas y las desviaciones estándar cuando eligieron a quién cortar? ¿O es ese tipo de matiz un lujo reservado solo para hombres educados, progresistas y mundanos como tú?
¿No es extraño que el sexo nunca haya sido tan complicado antes? No había nada etéreo en la biología cuando se trataba de asignar el derecho al voto, a la propiedad, o caminar por la calle por la noche sin temor. Sabíamos perfectamente qué hacía a alguien mujer cuando esa condición femenina garantizaba una vida de servilismo y dolor. Solo cuando las mujeres comenzaron a decir que no, sus cuerpos se convirtieron en un concepto.
Muchas feministas han hecho este punto, una y otra vez. Los veo decirlo. Sé que lo leíste. ¿Escuchaste? Si no, ¿por qué? ¿Y por qué siempre respondes cuando lo digo ? Parece que hace saber que tiene un cuerpo de la mujer, cuando se trata de decidir qué perspectiva es ignorada.
El sexo es un misterio para ti cuando las mujeres quieren refugios para sí mismas, reuniones para sí mismas, palabras para sí mismas. Disculpe por preguntar, pero ¿es igualmente misterioso cuando cierra sesión en Twitter y se muda a Pornhub? La verdadera naturaleza de un cuerpo femenino es tan compleja cuando das una conferencia. ¿Se vuelve simple de nuevo cuando te masturbas? ¿Quién lava la ropa en tu casa? ¿Pudiste de alguna manera navegar una sopa incipiente de X e Y para ensillar a tu novia con los platos? Date un poco de crédito: creo que sabes perfectamente qué es un cuerpo femenino. Pero en caso de que no, aquí hay una pista:
Es el único tipo de cuerpo que te arroja a la pira funeraria cuando el esposo muere. Es el único tipo de cuerpo que ata los pies y plancha los senos. Es el único tipo que queda embarazada por violación y quemada con ácido, el único tipo que se espera que se siente tranquilo y escuche mientras redefinimos, el único tipo que los hombres han pasado milenios criticando, criticando, comprando y vendiendo hasta que de repente decidimos que no incluso sé a qué mierda nos referimos todo este tiempo.
¿Sabes qué es un cuerpo femenino, amigo? Es el único tipo de cuerpo que hace que hombres como tú hagan preguntas tan estúpidas. Así que por favor, para. Ésto es una emergencia. Se trata de tres mil quinientos millones de seres humanos atados a las vías, y usted viaja en el tren. Su insistencia en los matices, su fetiche por la precisión, su deconstrucción presuntuosa de sentido común, no lo hace reflexivo. No te hace sabio. No te hace progresivo. Te hace un gilipollas . Te hace peor que un espectador. Un espectador no hace nada. Él mira desde lejos. Entras en la refriega solo para empujar a la víctima por la imprecisión de sus gritos. No voy a intervenir también, exponiendo mi refutación sobre el sonido del hueso molido. No vale la pena.
Aquí está mi resolución: mientras los proxenetas, los sacerdotes y los políticos sepan qué es un cuerpo femenino, yo también. En el momento en que se confunden, en el momento en que vacilan, en el momento en que califican, en el momento en que adoptan la moderación y la precaución que exigen de los objetivos de su abuso, entonces felizmente me abriré a la ambigüedad. Hasta entonces, te lo ruego. Reserve la curiosidad de su filósofo, su rigor científico, para las otras diez mil preguntas que no hacen un experimento mental a partir de una atrocidad. ¿Qué marca la división entre conocimiento y creencia? ¿Cómo se desarrolló la vida a partir de la no vida? ¿P = NP? ¿En qué punto un hombre que pierde su cabello se vuelve calvo y no simplemente adelgazante? Ve a tuitear a Rogaine y piensa en ese enigma. Deja a las mujeres en paz.
https://medium.com/@JonahMix/an-open-letter-to-the-guy-on-twitter-who-wonders-if-biological-sex-is-real-58d2cb4403f5
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Agitación VII

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_______________Agitación VII_______________

Grue ya había salido de su vehículo y estaba a mitad de camino cuando Tattletale y yo cerramos las puertas de la furgoneta. Él estaba usando su poder en un grado bajo sobre la totalidad de su cuerpo. La oscuridad empapaba el cuero poroso de su disfraz y lo hizo parecer una sombra viviente. Brian me había mostrado cómo el visor tenía orificios en los bordes, para dirigir el efecto de su poder alrededor de los lados y la parte superior de la cabeza, para que no oscureciera la cara. No era que no pudiera ver a través de los efectos de su propio poder: podía. Él había explicado que los respiraderos estaban allí para crear un efecto en el que se podían ver destellos de una calavera pintada de negro flotando en la forma vagamente humana del negro más oscuro. Cuando tuviera el dinero para gastar, me había dicho que iba a conseguir un disfraz más completo hecho a medida para él de la misma manera, para ampliar el efecto.
“Avancemos rápido”. Su voz hizo eco, reverberó, con un vacío en el sonido, como algo extraño y lejano. Estaba usando su poder para jugar con el sonido, “Tattletale, ve a la puerta. Bicho, conmigo.”
Junto con Grue, volví a la camioneta que Lisa había estado manejando. Grue agarró la manija de la puerta corredera y la abrió, luego se apartó del camino mientras el contenido salía a borbotones.
Me reí entre dientes ante la imagen de este espeluznante supervillano siendo sorprendido con la guardia baja. Había empacado la totalidad de la camioneta, menos los asientos del conductor y del pasajero, con bichos. Cuando la puerta se abrió, se derramaron para juntarse en el pavimento mojado debajo de la puerta.
“¿Tienes suficientes?” Su voz hizo eco. Pensé que tal vez percibí un toque de humor en su tono, detrás de la influencia de su poder.
Sonreí detrás de mi máscara, “Esperemos”.
Un paseo por la mañana me había dado la oportunidad de reunir este enjambre. Fue sorprendente cuántos bichos había en la ciudad, ocultos a la vista. En cualquier punto de la ciudad, generalmente podía atraer decenas de miles de insectos de muros interiores, alcantarillas, áticos, céspedes, árboles e incluso lugares que uno pensaría que estaban demasiado limpios u ocupados como para tener algún bicho raro acechando, y podía hacerlo en cuestión de minutos.
Sin embargo, estos no fueron solo los bichos que podía obtener en cuestión de un momento. Viajar por la ciudad me había dado la oportunidad de ser exigente. Estos eran los buenos, cada uno de ellos lo suficientemente rápido como para seguirme el ritmo, o capaz de ser cargado por aquellos que podían. Sin embargo, más que eso, la mayoría de ellos eran especies resistentes como ciempiés grandes, cucarachas y escarabajos, o capaces de picar y morder, con abejas, avispas, hormigas y moscas negras. Para complementar sus números, había reunido polillas, moscas y mosquitos, que no eran los mejores insectos de ataque que había, pero que eran lo suficientemente fáciles de conseguir y que servían para distraer al enemigo o para aumentar el bulto del enjambre.
Había diez metros cúbicos dentro de la parte trasera de la furgoneta. Tattletale me lo había dicho. Cuando se empacaron lo suficientemente apretados como para que no se dañen entre sí ni se derramen más allá de la barrera y en los asientos delanteros, se sumaron a una cantidad bastante sorprendente de insectos. Los llamé para que salieran de la furgoneta y observé cómo su masa parecía expandirse a medida que se extendían.
Nos unimos a Tattletale en la puerta lateral del banco. Tenía que admitir que admiraba el gran cambio que era capaz de hacer cuando se ponía el disfraz. Más bien, debo decir, admiré el esfuerzo que ella había hecho como Lisa, que la hacía tan diferente de su personalidad como Tattletale. Su máscara era estrecha, solo le rodeaba las cuencas de los ojos, cubría sus cejas, parte de su nariz y algo de sus pómulos, pero ocultaba las pecas en el puente de su nariz y cambiaba las líneas aparentes de su rostro. Tenía el pelo suelto, húmedo por la lluvia, en contraste con cómo siempre estaba en una cola de caballo o trenzado cuando era ‘Lisa’. Su traje era ceñido, adornado con gotitas de agua, lavanda con bandas negras a través del pecho y por los lados de sus brazos, piernas y cuerpo. Una imagen de un ojo estilizado, solo visible a la luz correcta, dado que era gris oscuro sobre negro, se trabajó en el diseño del traje. Un “cinturón de herramientas” compacto se encontraba diagonalmente cruzado sobre sus caderas, luciendo una variedad de bolsillos y contenedores compactos.
Regent estaba vigilando, a unos metros de distancia. Por lo que había visto mientras nos preparábamos, ahora sabía que su disfraz era engañoso. Todavía llevaba la máscara de color blanco duro con la corona de plata, pero me había mostrado cómo el interior de la máscara tenía forma de espuma en el contorno de la cara, con solo la boca libre, para poder hablar sin ser amortiguado. En una línea similar, la camisa blanca suelta que vestía cubría un chaleco de malla que estaba moldeado a la forma de su cuerpo. Él estaba ociosamente girando un cetro en sus dedos. El cetro no era puramente temático, aparentemente el orbe coronado que en la punta tenía dos electrodos incorporados en las púas, para el taser que estaba incorporado en él. Se trataba todo sobre la distracción, engaño y de dar la impresión de vulnerabilidad.
“La salida de incendios en la parte posterior está protegida por una clave digital”, explicó Tattletale mientras se agachaba en el teclado, mirándolo fijamente, “Todos los empleados tienen el número para entrar si es necesario, pero eso rara vez sucede porque abrir la puerta dispara un montón de alarmas. Esa contraseña es fácil. Lo interesante que los empleados ni siquiera saben es que las capas y los equipos SWAT tienen un código especial que pueden poner si necesitan hacer una entrada tranquila sin alarmas. Para hacer eso, ingresas el código regular, 3-7-1, pero mantienes presionado el botón, luego presionas el signo numérico y las teclas del asterisco al mismo tiempo… Voila. Inténtalo.”
Grue tiró de la puerta. Esperamos en un silencio tenso por un momento por el rugido de la alarma, pero ninguno llegó. Tattletale nos sonrió. “¿Qué te dije?”
Grue hizo una seña y se nos unieron Regent y Perra con sus tres perros. Los animales eran del tamaño de ponies pequeños, su carne se había hinchado y expandido lo suficiente como para que su piel se hubiera partido por las costuras. El músculo y el hueso se mostraban debajo, y la disposición de dicha anatomía no era exactamente típica. El cambio fue lo suficientemente lento para que no pudieras verlo si lo estabas buscando, pero si apartabas la mirada y mirabas de nuevo un momento después, podías notar que eran más grandes, que el hueso en el hombro era más largo, que los ojos eran más hundidos, y así sucesivamente. Espigas, espuelas y un exoesqueleto de crecimientos óseos parecían llenar o cubrir espacios y crecer en lugares donde el hueso ya estaba cerca de la piel. La cola del perro más pequeño – Angelica, creo que la llamó Rachel – era dos veces más larga que lo normal y prensil, y los otros dos estaban no se quedaban atrás. Parecía que alguien había arrancado un par de espinas humanas, la carne aun colgando de ellas, y las unió una a la otra antes de pegarla a la parte trasera de los perros.
Perra, por su parte, solo llevaba una chaqueta con un collar de piel arrugada y una máscara de plástico dura y barata de un bulldog. A los perros les habían dado la parte trasera de la segunda camioneta, lo que permitía a Perra ejercer su poder sobre ellos mientras Brian conducía. Poder hacer el cambio más lentamente significaba que no se agotaría prematuramente ni a sí misma ni a los animales apresurando el trabajo al llegar.
Nos abrimos camino por los pasillos traseros de la planta baja del banco, con los perros de Perra al frente, mi enjambre yendo hacia atrás. El reloj comenzó a correr desde el momento en que estacionamos en el callejón; ese era el punto donde la gente podría haber pensado que algo estaba pasando. Ahora que estábamos dentro, sin embargo, alguien lo sabía, o lo sabría en cualquier momento.
En este mismo momento, lo más probable era que algún guardia en la sala con las cámaras de seguridad estuviera haciendo una llamada al 911 y denunciando un crimen en curso por delincuentes disfrazados. Si Tattletale estaba en lo cierto, el Protectorado estaba demasiado lejos como para llamarlo, por lo que se pondrían en contacto con los Custodios. Teníamos cinco o diez minutos antes de que se presentaran problemas.
Cada vez que pasamos por una habitación, Grue, Regent y yo lo verificamos dos veces. Los primeros estaban vacíos, pero cuando llegamos a una habitación, un perro notó algo, y Grue levantó una mano para sumergir la habitación en la oscuridad. Un segundo después, dio un paso atrás en el pasillo, retorciendo el brazo de un hombre de treinta y tantos y vestido con un traje gris a la espalda. Ni siquiera me había dado cuenta de que Grue había entrado en la habitación en primer lugar.
En la habitación contigua, Regent agarró a otro rehén. Eché un vistazo al hombre, cabello gris y grueso por el medio con una camisa de vestir rosa y sin chaqueta, mirándonos con los ojos muy abiertos. Abrió la boca, creo que su intención era pedir ayuda, pero en cambio se convirtió en toses y chisporroteos. Un segundo después, se desplomó y se derrumbó en el suelo. Trató de ponerse de pie, pero su codo se dobló y golpeó el suelo por segunda vez. Mientras continuaba luchando, Regent entró en la habitación con un aire casi perezoso, lo agarró por el cuello y lo empujó hacia el pasillo donde estábamos. Derrotado, camisa rosa no se resistió, medio caminando, medio gateando hacia adelante mientras se unía a nosotros. Se encontró con el otro empleado, pero no dijo nada.
Solo pasamos una docena de oficinas, pero se sentía como tres veces ese número. Grue estaba en el frente, echando un vistazo a cada habitación y atento a cualquier peligro, con Regent vigilando las habitaciones a nuestra derecha. Eso significaba que yo estaba prestando atención a las habitaciones de la izquierda, y también echando un ojo a nuestra retaguardia con el enjambre. Cada vez que buscaba en una oficina, comedor o sala de conferencias, recé para que estuviera vacía. No quería ser más responsable de todo esto de lo necesario.
Cuando vi que la última oficina a la izquierda estaba vacía, me sentí lo suficientemente aliviada de que casi me olvidé de mi papel en la siguiente etapa del plan.
Llegamos al lobby del banco, y los perros de Perra entraron a la habitación. Eran una pesadilla, ladraban, gruñían y se sacudían en una nube de piel y sangre mientras crecían abruptamente un pie más alto en el hombro. Tuve un vistazo de veinte o treinta civiles y otros seis o más empleados del banco antes de que se apagaran las luces. Grue usó su poder, y la habitación quedó sumida en la oscuridad, el volumen de los gritos y gemidos cayendo en un silencio total en cuestión de segundos. Nos quedamos en la entrada del vestíbulo, y solo había la nada en donde estaba el vestíbulo del banco.
“Tu movimiento, chica Bicho”, dijo Tattletale, extendiendo su mano hacia mi hombro.
Cerré mis ojos. Con un comando mental, mis insectos inundaron la habitación desde el pasillo detrás de nosotros, volando y arrastrándose por sobre, debajo y alrededor de nosotros para extenderse por la habitación. Tomé nota de cada persona en el lobby cuando mis bichos entraron en contacto con ellos y dejé varios bichos trepándose en cada individuo. Me tomé cinco segundos para comprobar que había conseguido a todos, y recordé tardíamente a los dos empleados que habíamos traído de las oficinas administrativas. Un grupo de bichos regresó de la oscuridad, rozando mi piel en su camino para hacer contacto con el par.
“Hecho”, dije.
Grue movió sus brazos hacia adelante, y la oscuridad se separó. Nos movimos a la habitación como grupo. Camisa rosa y el chico más joven se derrumbaron al suelo mientras caminábamos. Supuse que era obra de Regent. Algo de la oscuridad de Grue se aferraba a las superficies de las puertas y las ventanas, pero descontando eso la habitación estaba despejada en cuestión de segundos, iluminada solo por las luces fluorescentes. Todos a excepción de nosotros estaban tirados en el suelo, agazapados detrás de un escritorio o acurrucados en las esquinas. Dos de los perros de Perra estaban parados frente a la entrada principal, mientras que el más pequeño estaba parado cerca de la bóveda. Los tres monstruos tenían el tamaño de autos ahora.
“Quince minutos”, avisé a la habitación, mi corazón en mi garganta, “No vamos a estar aquí más tiempo que eso. Quédense quietos, quédense callados, nos iremos antes de que hayan transcurrido quince minutos. Ustedes serán libres de dar su declaración a la policía y luego continuar su día como de costumbre. Esto no es un programa de televisión, esta no es una película. Si estás pensando en ser un héroe, no lo hagas. Solo te lastimarás a ti o a alguien más.”
Levanté la mano, con los dedos extendidos, una araña familiar posada en la punta, “Si estás pensando en correr, hacer una llamada telefónica o ponerte en nuestro camino, esta es una buena razón para reconsiderar. Esta pequeña criatura y sus cien hermanas que acabo de traer a esta habitación están bajo mi total control.” Hice que la araña cayera de la yema del dedo, colgando de un hilo, a modo de demostración.
“Ella es una araña viuda negra. Una sola mordida puede matar a un humano adulto o los ponerlo en estado de coma. Si se mueven, hablan, tratan de encontrar o matar a las arañas que acabo de poner en sus cuerpos, en su ropa, en su pelo. Lo sabré en una fracción de segundo, y les diré que los muerdan muchas veces.”
Me detuve para dejar lo procesaran. Tomé un vistazo general de la habitación. Cuarenta o más personas. Vi a un hombre adulto con una lágrima rodando por su mejilla. Una adolescente con pecas y rizos marrones me miraba con odio absoluto en los ojos. En uno de los mostradores, una empleada del banco de avanzada edad estaba temblando como una hoja.
¿Tomar rehenes como así? Había sido idea mía, dios me perdone. Por horrible que fuera, había sido necesario. En el peor de los casos, algún tonto en el banco podía intentar algún truco y lograr que él o alguien más termine lastimado o muerto. No podía permitir que eso sucediera, si estaba en condiciones de evitarlo. Si eso significaba mantenerlos callados y fuera del camino, estaba dispuesta a aterrorizarlos.
Cuando vi el efecto que había tenido en esta gente, esa justificación se sintió muy débil.
Me iría al infierno por esto.

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Zumbido III

Zumbido III

Estaba nerviosa, volviendo al lugar de Perra con el almuerzo en la mano. No era solo porque la había dejado sola con una bestia incontrolable compuesta casi por completo de colmillos, uñas, huesos y músculos. Era que era la hora del almuerzo.
Entre innumerables enfrentamientos con los matones, entrar en contacto con los Undersiders y el robo al banco, parecía que las cosas solían ocurrir al mediodía.
Me sentí aliviada cuando regresé y no había una carnicería. Una docena de perros me saludaron, muchos metiendo sus narices en la bolsa de papel que tenía. Navegué hasta Perra, que estaba sentada en una plataforma de bloques de hormigón junto a la pared abierta trasera. Sirius estaba acostado a su lado con su cabeza sobre su regazo.
“¿Comida?”, Le ofrecí.
Ella se inclinó hacia abajo, así que saqué una envoltura de souvlaki de pollo y una cocacola de la bolsa y se los entregué.
Cuando ella quitó el papel de un extremo de la envoltura, me encontré un lugar para sentarme en una parte de la pared que estaba incompleta o dañada. Los elementos habían desgastado los bloques de concreto, y algo de vegetación había logrado crecer en las grietas, lo que lo convertía en un asiento no del todo incómodo. Afuera, detrás del edificio, había un campo de césped sin cortar rodeado por una cerca de alambre. A medida que perdieron interés en la comida, los perros vagaron por ahí, persiguiéndose unos a otros o persuadiendo a otros a jugar, aplastando el césped tanto que podíamos verlos. La vista de su juego fue acompañada por una banda sonora de interminables ladridos y gruñidos.
Un perro blanco con cola cortada y manchas de color castaño en su cuerpo y sobre sus orejas se acercó a mí, sentándose para mirarme mientras tomaba mi primer bocado de mi envoltura.
Tragué saliva, y le dije al perro, “No. Esto es demasiado bueno para compartir, y probablemente no sea bueno para ti de todos modos.”
El perro ladeó la cabeza con curiosidad.
“Eres terriblemente bonita, sin embargo”, le dije.
Escuché un ruido de burla de la dirección de Perra. Me volví en su camino justo a tiempo para verla mirar hacia otro lado.
“¿Qué?”
“Nunca deberías tener un perro.”
Eso fue bastante duro, especialmente viniendo de ella. “¿En qué estás basando esto?”
“La mayoría de los dueños de perros son retrasados, y los más retrasados ​​son los que eligen un perro porque es lindo, o porque es bonito, sin saber nada sobre la raza, el temperamento, las necesidades del perro.”
Suspiré, “Vete a la mierda, Rache. Puedo decir que es un lindo perro sin decir que me lo llevaré a casa.”
“Lo que sea”, ella no quitó sus ojos de los perros en el campo de atrás.
“No, no me ignores. Quieres comenzar algo, bien. Pero si lo haces, debes escuchar lo que tengo que decir. Escucha lo que tengo que decir. Préstame atención, maldita sea.”
Ella se giró para mirarme. Ella no fruncía el ceño ni miraba con enojo, pero su mirada era tan desapasionada que me hizo sentir incómoda.
“Vamos, me conoces bastante bien. Todos los demás me describen como cuidadosa y cautelosa, aunque no estoy del todo segura de por qué. ¿De verdad crees que elegiría algo tan importante como un perro, una nueva adición a mi familia, sin investigar primero?”
Ella no respondió. En cambio, volvió su atención a los perros afuera.
“Claro”, dije. “No lo haría.”
No presioné las cosas más. Terminamos nuestras envolturas, desenterré una pieza del baklava envuelto en papel de aluminio de la bolsa, la dejé sobre el papel de mi envoltorio y enrollé la laminilla alrededor del resto para pasárselo a Perra. Cuando terminé de comer mi postre y lamer mis dedos, salté de mi asiento en la pared, encontré una pelota y comencé a tirarla para los perros.
“Toma”, me dijo Perra. Me volteé, y ella me entregó el bastón azul que sobresalía de la cremallera de la mochila. Era de plástico, moldeado para tener un mango con asideros en un extremo y una taza en el otro. Cuando un perro me trajo la pelota, presioné experimentalmente el extremo ahuecado hacia abajo y la bola se colocó en su sitio.
Cuando lo giré hacia adelante, la pelota salió volando, cinco veces más lejos que cuando usé mi mano. La mayoría de los perros salieron en estampida, corriendo para ser los primeros en agarrarlo o perseguir a los que estaban a la cabeza.
Fue agradable, disfrutar del sol, jugar con los perros, no tener responsabilidades ni presiones por el momento.
Me volví para mirar por encima de mi hombro. “¿Puedes hablarme sobre algunos de ellos? ¿Los perros?”
Perra frunció el ceño, pero no me rechazó. “Este es Sirius. Fue comprado como un cachorro para algún niño de doce años, luego creció demasiado grande y rebelde para quedarse en la casa. Fue encerrado afuera e ignorado, sus uñas crecieron demasiado y terminó con una infección en el pie. Decidieron que era más fácil dejarlo en un refugio que pagar por la atención médica. Como no estaba entrenado ni socializado, resultó demasiado salvaje y excitable para ser adoptado. Lo conseguí en la semana que iba a ser sacrificado.”
“Que gente de mierda”, miré a Sirius, que estaba durmiendo. “¿Cómo sabes la historia?”
“Conozco a algunas personas que se ofrecen como voluntarios en refugios, de cuando lo hacía yo. Me avisan si hay un perro que merece una segunda oportunidad. No muchos no la merecen.”
“Ah”
“Al que le estabas hablando hace unos minutos era Bullet. Ella es la más inteligente del grupo. Su raza anhela el ejercicio, están pensados para correr todo el día con los cazadores... excepto que ella fue utilizada como beta para calentar perros para uno de los grupos de peleas de perros de aquí y su hombro estaba destrozado bastante mal. Incluso con el hombro en el mejor estado que va a conseguir, le duele demasiado para que corra tanto como necesita.”
Vi a Bullet en la multitud. Efectivamente, ella se estaba quedando atrás del resto. Pensé que tal vez ella estaba favoreciendo una pierna.
“Si tu poder sana, ¿por qué no lo ayuda? ¿O el ojo y el oído de Angelica?”
Perra se encogió de hombros. “Lisa dijo que tiene algo que ver conmigo haciendo un ‘plano’. Es un balbuceo para mí. Todo lo que sé es que no ayuda a los problemas de salud más antiguos. Elimina la enfermedad y el cáncer, y los parásitos, y la mayoría del daño que sufren cuando son grandes. Eso es todo.”
“Creo que lo entiendo”, le dije. Miré a Bullet, que había dejado de correr y estaba sentada en el medio del campo, viendo a otros correr. “¿Todos ellos tienen historias como esa?”
“La mayoría.”
“Maldición”, sentí una punzada de simpatía por los animales.
La manada de perros regresó a mí, y un perro lanudo dejó caer la pelota a mis pies.
“Buen perro”, le dije. Tiré la pelota, con el objetivo de acercarla a Bullet, y la manada de perros salió corriendo otra vez, con más de unos pocos ladridos emocionados.
Perra y yo no estábamos conversando, pero ninguna de las dos era gente de conversación. Yo era demasiado torpe socialmente para mantener una pequeña charla por un período de tiempo prolongado, y Perra era... bueno, ella era Perra. Así que nos sentamos, pasaron los minutos entre cada intercambio de diálogo, y de alguna forma no me molestó. Me dejaba escoger y elegir de lo que estaba hablando con mucho cuidado.
“Es una lástima que los perros no puedan tener eventos detonantes”, reflexionó Perra en voz alta. “Si lo hicieran, algunas personas podrían pensarlo dos veces.”
Podría haber discutido los detalles, señalar que la mayoría de las personas no estaban al tanto de los pormenores de los eventos detonantes, podría haber argumentado que algunas cosas podrían empeorar si los perros pudieran obtener poderes. No se sintió necesario.
“Sí”, estuve de acuerdo.
Ese fue el alcance de ese diálogo. Disfrutamos de otro largo silencio y los perros compitieron entre sí para buscar la pelota.
El sonido de una botella que se rompió y gritos muy humanos perturbaron nuestra paz.
“Estos tipos otra vez”, gruñó Perra, moviendo la cabeza de Sirius de su regazo y saltando de su asiento sobre la pila de bloques de concreto. El labrador negro giró la cabeza para mirar mientras se dirigía al frente del edificio. Perra silbó por sus perros y Brutus, Judas y Angelica corrieron a su lado.
“¿Qué está pasando?” Llamé a ella, moviéndome para seguirla.
“Quédate adentro”, me dijo.
Hice lo que me pidió, pero eso no significaba que no tratara de acercarme, de tener una mejor idea de lo que estaba pasando. Me acerqué a una de las ventanas tapiadas en la parte delantera del edificio y eché un vistazo a través de un hueco en la madera contrachapada.
Perra tenía a sus perros de pie a su alrededor, y ella estaba parada frente a un grupo de aproximadamente siete personas. Variando desde los treinta a los doce años. No fue difícil descubrir con quién se identificaban. La mitad de los chicos eran rubios o teñidos de rubio, y los otros se habían afeitado la cabeza. La más joven era una niña de unos doce años que también se había llevado una cuchilla de afeitar al cuero cabelludo, dejando solo su flequillo y el pelo colgando alrededor de sus orejas y la parte posterior de su cuello. El detalle que confirmó mis sospechas de su afiliación fue el número ochenta y tres que vi grabado en una de las camisetas de los chicos en marcador permanente.
Los supremacistas blancos amaban los códigos en números. Si sospechabas si un número era uno de sus códigos, el número ocho era una buena pista, ya que aparecía mucho. Los ocho se refieren a la octava letra del alfabeto, H; Ochenta y ocho representaban HH o ‘Heil Hitler’, mientras que dieciocho apuntaban a Adolf Hitler de la misma manera. El ochenta y tres no era uno que hubiera visto antes, pero sabía que habría sido por HC... Heil algo. ¿Heil Cristo?
En cualquier caso, estos números habían sido una manera de mantener los sentimientos racistas por lo bajo, en torno a aquellos que no estaban afiliados, hasta que el predecesor de Kaiser formó el Imperio Ochenta y Ocho aquí en Brockton Bay. La movida había impulsado un ultimátum sobre los racistas más reservados en el área, forzándolos a unirse al grupo agresivo y activo en el ojo público o retirarse más hacia la clandestinidad. También había atraído a multitudes de supremacistas blancos más acérrimos de las regiones circundantes a Brockton Bay. Cuando las personas con poderes, incluido Kaiser, comenzaron a congregarse en el grupo, Brockton Bay se convirtió en un imán para ese tipo de cosas. Una de las colecciones más grandes de racistas al norte del cinturón de la Biblia.[1] Posiblemente sea la mayor congregación de supervillanos racistas.
El día en que el Imperio Ochenta y Ocho había obtenido su nombre no había sido un buen día para nuestra ciudad.
Un hombre, de unos treinta años, sostenía una caja de botellas de cerveza vacías. Sostuvo uno por el cuello, la arrojó al aire y la atrapó de nuevo, luego la azotó en dirección a Perra. Me estremecí más que ella cuando estalló explosivamente contra el frente de la puerta.
“Te dijimos que salieras de aquí”, le dijo con desdén.
“Yo estaba aquí primero.”
“No importa. Estamos reclamando este vecindario, y esos ladridos me están volviendo loco.”
“Lo dijiste antes. Prueba tapones para los oídos.”
Agarró otra botella y la arrojó con fuerza. Perra tuvo que inclinarse fuera del camino esta vez, para evitar que golpeara su hombro.
“No puedo hacer negocios usando tapones para los oídos, puta estúpida”, el hombre puso su mano en la cabeza de la niña parcialmente calva, que le hizo una mueca a Perra.
“Entonces no hagas negocios. No me importa.”
Cogió otra botella y luego se detuvo. Una lenta sonrisa cruzó su rostro mientras miraba a un adolescente que estaba justo al lado de la chica calva, “Una cosa sobre algo tan malditamente irritante como esos ladridos, es que nos hace hablar sobre cómo podemos lidiar con ellos. Tom, aquí, tenía mi sugerencia favorita. Dijo que podíamos empapar salchichas con anticongelante y arrojarlos al campo de allá. ¿Qué dices?”
Mierda. Miré por el interior del edificio buscando algo que pudiera usar como máscara, pero no había nada. ¿Por qué no traje mi disfraz? La situación estaba a un pelo de convertirse en un baño de sangre, y mi identidad civil era fácil de ver. Ni siquiera podía trabajar desde el interior del edificio, sin arriesgarme a que alguien hubiera oído hablar de mi poder o de cómo operaba, y que viniera detrás de mí.
Solo pude ver a Perra desde atrás, pero vi que volvía la cabeza para evaluar al grupo. Tal vez calculando cuánto tardarían sus perros en asesinarlos a todos.
“Si fueras a hacer eso”, dijo, “lo habrías hecho antes, y te mataría por ello. O tienes demasiado miedo para hacer algo al respecto, que deberías, o Kaiser te dijo que no me molestaras.”
Era la última actitud que hubiera esperado de ella. ¿Perra, ser sensata?
El hombre con las botellas se burló, “Nah. Verás, escuchamos ese aullido antes. Lo mismo hicieron algunos de nuestros vecinos. Kaiser nos dijo que nos portemos bien, pero como yo lo veo, si le decimos a Kaiser que comenzaste esta mierda, y pregunta por nuestra historia, va a escuchar que hubo aullidos antes de que hubiera peleas.”
“Sabes quién soy”, Perra los amenazó, “Conoces mis habilidades. ¿Realmente vas a joder conmigo, aquí? ¿Con mis perros alrededor? ¿De verdad?
Escuché, en vez de ver, el sonido de una pistola amartillando. El adolescente, al que identifiqué como Tom, levantó un arma en dirección a Perra.
“¿Sigues pensando que eres dura?” Se burló el hombre de Perra, “Las armas son el gran ecualizador, ¿sabes? Mi hijo aquí quiere un lugar en el Imperio, y para hacerlo, tiene que ganarse el privilegio. Estoy pensando que Asesinarte sería una buena forma de hacerlo.”
No esperé a escuchar el resto del diálogo. No había forma de que esto no fuera a terminar con violencia ahora. Me quité los zapatos, luego corrí con mis calcetines sobre el piso de concreto, manteniéndome lo más bajo que pude. Encontré el cuchillo que Perra había usado para abrir las bolsas de comida para perros, y luego lo metí en mi bolsillo trasero. Todavía no había nada que pudiera ver que funcionara como una máscara. Ni siquiera llevaba una sudadera o suficientes capas extra para usar una pieza de mi ropa como máscara. Hacía demasiado calor ese día.
Lo cual me dejó una opción muy desagradable.
Ejercí mi poder y me alegré de encontrar que el campo de hierba y el edificio medio construido tenían un buen suministro de bichos con los que trabajar. Los saltamontes migraron en mi dirección, y vacié un nido de avispas que se acurrucaba en la pared sobre el segundo piso sin terminar. Los jejenes que habían estado disfrutando de la gran cantidad de desechos de perros volaron en mi dirección, e innumerables hormigas y arañas formaron el resto del enjambre.
Todos juntos, fluyeron en mi dirección para reunirse en mi piel, trepando por mis piernas y mi torso, algunos girando hacia abajo para cubrir mis brazos. Como uno, cubrieron cada centímetro de mi cuerpo, incluso creando una masa sobre mi boca y gafas para oscurecer todo. No me hizo tantas cosquillas como pensé que podría, pero me estremecí.
Necesitaría una ducha después de esto. Diez duchas. Y pagaría por usar un gimnasio o piscina o algo así, así que no tuviera que soportar la ducha de porquería en el departamento mientras me limpiaba la piel. El noventa por ciento de mi razonamiento para diseñar un disfraz que cubriera todo mi cuerpo fue por esta misma razón, maldita sea.
¿Por qué no traje mi traje? ¿Por qué?
Me estremecí ante el rugido ensordecedor de un disparo. Esperé con la respiración contenida, hasta que escuché el murmullo de la conversación en la puerta otra vez, la voz de Perra. ¿Un disparo de advertencia?
Agarré mi teléfono celular del bolsillo y envié un mensaje de texto, seleccionando a Brian, Lisa y Alec como destinatarios:
Media docena de cabezas rapadas aquí. Al menos un arma. Necesito respaldo.
Mi teléfono vibró con una respuesta unos segundos más tarde. Brian:
n camino. estaba yendo a casa. tomará un minuto.
Sin respuesta inmediata de los otros dos. Mi teléfono mostraba la hora como la 1:38. Lo suficientemente cerca de la hora del almuerzo como para considerarlo una continuación del patrón. Iba a desarrollar un trastorno de ansiedad por esto. Le mandé un mensaje de texto con las instrucciones, informándole que busqué el edificio con la grúa.
Se habían juntado suficientes bichos para cubrirme, con muchos de sobra. Quería estar absolutamente segura de que estaba cubierta, así que los amontoné uno encima del otro, a varias capas de profundidad. Fue sofocante. Me forzaron a respirar por la nariz, y mi visión fue oscurecida por los insectos que se habían acumulado en mis gafas. Más que eso, hacía calor en medio del denso enjambre. Aun así, preferí soportar esto que arriesgarme a ser identificada.
Miré por la ventana tapiada más cercana por la que podía ver y vi que el grupo no se había movido. El hombre con las botellas dijo algo, pero no pude entenderlo. Ir a buscar el cuchillo y enviar los textos me había alejado del alcance del oído.
Volví corriendo a la puerta de entrada, manteniéndome medio agachada como antes, para asegurarme de que nadie me veía a través de los huecos en las tablas de las ventanas. Volví a ponerme los zapatos, me enderecé, respiré hondo y abrí la puerta.
“¡Jesús mierda!” Maldijo un cabeza rapada de veintitantos mientras me movía al costado de Perra. Tenía una vaga noción de cómo debía verme – una torre de insectos enjambrados con una vaga definición humana, dando la forma suelta de una cabeza, con vagas muescas en la ‘cara’ donde estaban mis ojos.
Incluso los ojos de Perra se ensancharon una fracción al verme.
“¿Qué carajo?” Ella murmuró.
Me quedé callada, manteniendo mi atención en el grupo.
El hombre botella me miró, luego habló en voz baja, “Tom, ¿verdad? ¿Harías los honores y te encargarías de este show de halloween?”
El adolescente giró la pistola en mi dirección, apuntando al nivel del pecho. Él sonrió, “Es un placer.”
La escena con Bakuda y sus secuaces no había sido muy diferente. La única diferencia era que Tom no dudó un segundo cuando se trataba de apretar el gatillo.
La fuerza bruta del disparo me dejó tambaleándome, y ni siquiera me había golpeado.
Me había agachado mientras salía hacia atrás, dejando a la mayoría de los bichos donde estaban sobre mí. Algunos se habían caído, pero la estructura general se había mantenido más o menos estable, y cada uno de los bichos se apretaban unos a otros y se extendían lo suficiente como para llenar el espacio vacío de la cabeza y el pecho.
Por lo que mis bichos habían experimentado, sabía que el disparo había pasado solo unos centímetros sobre mi cabeza, cerca del centro de donde estaba mi pecho. El enjambre donde me agaché era más denso, para sostener la estructura sobre ellos, así que no podía ver a través de ellos tan fácilmente. Solo podía esperar aguantando la respiración, con la esperanza de que los bichos me ofrecieran la cobertura suficiente para esconder mi yo real.
“¿Qué mierda?” Tom dijo. Moví los bichos frente a mis ojos para poder mirarlo parcialmente, y lo vi alejarse, con el arma aún levantada.
Había tomado prestado un truco de Grue, y pensé que tenía sentido tomar uno de Tattletale también.
Cuando hablé, siseé las palabras y, al mismo tiempo, hice que todos los bichos del enjambre hicieran ruido: zumbando, gorjeando y chirriando al ritmo de mis palabras, haciendo todo lo posible para parecer menos humana. “Las armas no van a funcionar cuando mi cuerpo está así.”
Poniendo mis manos en el suelo, trayendo la masa erguida de bichos conmigo, me arrastré hacia adelante un paso. Vi a casi todos en su grupo alejarse. Solo el hombre con las botellas permaneció donde estaba, y usó un brazo extendido para evitar que Tom también retrocediera.
Mi estratagema estaba funcionando. Como Tattletale había hecho con Glory Girl y Panacea, y de nuevo con Bakuda, podía hacerles creer que tenía poderes que no tenía realmente para confundir y despistar.
“¡Dispara, muchacho!” El hombre apretó con más fuerza el hombro de Tom.
El adolescente obedeció, disparando tres veces más contra el enjambre, apuntando demasiado alto para golpearme. Dos disparos más golpearon donde habría estado mi torso. El tercero pasó por mi falsa ‘cabeza.’
Tom, con los ojos muy abiertos de alarma, decidió cambiar de objetivo. Giró su brazo hacia mi derecha para apuntar su arma a Perra.
Me lancé hacia adelante, desenvainando el cuchillo y balanceándolo con un solo movimiento. Apuñalé a Tom en el muslo, mientras Perra evadía a un lado. A través de una combinación de mi ataque, que Tom tenga que ajustar su puntería y los movimientos de Perra, el tiro falló.
Cuando Tom cayó, colapsé el enjambre sobre él. Evitando tocarlo directamente, saqué el arma de su mano, recuperé mi cuchillo y apuñalé la punta del cuchillo en su palma para eliminar cualquier posibilidad de que él tomara represalias o agarrara su arma.
En un impulso, le pasé el cuchillo por la frente. Según Brian, los cortes en la frente rara vez eran graves, pero sangraban lo suficiente como para parecer graves. Era una técnica que los luchadores de lucha libre usaban con frecuencia, y una técnica que los boxeadores usaban para cegar a sus oponentes con sangre en los ojos.
Dejé algunos de mis bichos alrededor de Tom mientras me alejaba de él. Gritó frenéticamente y luchó por arrastrarse lejos.
Fue una estrategia más brutal de lo que me hubiera gustado, pero como yo lo veía, cualquier efecto que generara al herirlo así, con suerte evitaría que otros se unieran a la pelea, y llevaría a que menos personas se lastimaran a la larga. No me gustaban los seguidores de Kaiser, no tenía ningún respeto por ellos, pero no quería verlos destrozados por los perros de Perra.
“Este territorio es nuestro”, les gruñó Perra, mientras la gente retrocedía. Brutus, Judas y Angelica eran más grandes ahora, su piel se dividía con sangrientas espinas de hueso sobresaliendo de los huecos. “Fuera.”
“¡Kaiser escuchará sobre esto!”, Gritó el hombre de la botella.
“¡Fuera!” Gritó Perra.
Tom, todavía fuera de si por el dolor y miedo, saltó ante esa orden. Trató de ponerse de pie y falló, volviendo a caer al suelo con un grito desgarrador. Cuando extendió la mano, implorándole ayuda a sus amigos, la piel de sus manos y su rostro estaban casi completamente cubiertos de bichos y sangre. Hizo mucho para ayudar a asustar al resto para que se retiraran. La mayoría huyó.
El hombre botella avanzó cautelosamente hacia Tom. No me moví de donde estaba parada/ agachada mientras se inclinaba para ayudar a Tom a levantarse y cojear.
“Carajo”, murmuró Perra.
“Lo siento”, le dije, “espero no haber empeorado las cosas al intervenir.”
Ella sacudió su cabeza.
“Quiero decir, tal vez si no hubiera salido, no se hubiera puesto violento.”
“Él estaba juntando el valor para dispararme,” dijo. “Está bien.”
“¿Qué vas a hacer?”
“¿Qué?”
“Quiero decir, van a venir de nuevo. Quizás pronto. Dependiendo de lo que digan o con quién se quejen, podría haber personas con poderes la próxima vez.”
“Yo me encargaré.”
“Sé que este es tu espacio, creo que es perfecto, pero tal vez deberías considerar mudarte a algún lugar-”
Ella me dio una mirada dura. “¿Quieres ser golpeada hoy?”
Cerré mi boca
“Voy a entrar a recoger la mierda. Puedes ayudar, o puedes regresar. No me importa.”
Miré por encima del hombro en la dirección en que los skinheads se habían retirado.
“Te ayudaré,” decidí en voz alta. “Dije que lo haría, y es posible que necesites apoyo si deciden volver con refuerzos.” Además, le había enviado un mensaje a Brian para que viniera, y él necesitaría un resumen adecuado de lo que había sucedido.
Solo silbó dos veces para que sus perros la siguieran adentro, mirando hacia atrás para ver que aún la estaban siguiendo. Ella me miró, y no estaba del todo segura, pero pensé que tal vez no parecía tan enojada como solía estarlo.
[1] El cinturón de la Biblia o cinto Biblico (Bible Belt en inglés) es una franja al sur de Estados Unidos donde la gente es mucho mas religiosa y extremista.

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Interludio V

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Interludio V

"¿Esto es lo que querías?", El adolescente con barba en su mentón y la capucha arriba, le entregó la bolsa de papel.
Manos anchas con las uñas arruinadas y podridas de color marrón recorrieron el contenido. “Lo es. Aquí.” La voz era ligeramente acentuada, las palabras y los sonidos eran muy cuidadosos, como si no se sintiera cómodo con el inglés.
El joven extendió la mano y sus ojos se agrandaron cuando un manojo de billetes se presionó en sus manos.
“Esto es... más de lo que pensé que sería.”
“¿Te estás quejando?”
El joven negó con la cabeza.
Gregor el Caracol se metió las manos en los bolsillos, como para esconder las uñas y los bultos que le salpicaban el dorso de las manos como costras. Cada uno de las protuberancias duras, que podrían haber sido conchas o escamas, ninguna más grande que un dólar de plata, tenía una prominente forma de espiral. Por mucho que pudiera meterse las manos en los bolsillos, no podía ocultar su rostro. No tenía cabello en la cabeza, ni siquiera cejas o pestañas, y las protuberancias duras le cubrían la cara como un caso terminal de acné. Lo más extraño y desconcertante de todo era el hecho de que su piel pálida era lo suficientemente translúcida como para poder ver las sombras de su esqueleto, sus dientes y la lengua en su boca.
“Como puedes ver”, dijo Gregor, sin ninguna afectación, “sería difícil para mí entrar a una tienda y hacer simples compras. No me gusta depender de mis amigos para esto. Me hace sentir en deuda con ellos, y eso no es bueno para las amistades. Si estás interesado en repetir este tipo de transacción, estando de guardia para hacer diligencias por mí durante un tiempo, podría arreglarse.”
“¿En serio?” El chico se frotó la barbilla, “¿Por cuánto tiempo?”
“Hasta que llamé y no puedas o no quieras hacer mi mandado. Si esto sucediera más de una vez, o si la razón no fuera buena, encontraría a otra persona, como lo hice con la última persona.”
“¿No lo lastimaste ni nada?”
“No. No lo hice. Decidió que prefería pasar la noche con su novia. No lo he llamado nuevamente.”
“¿Esto no será nada ilegal?”
“No. Sin drogas, sin prostitutas, sin armas.”
“Entonces me llamas, salgo corriendo y te consigo alimentos, o ropa, o comida para llevar, o champú, o lo que sea, y me pagas tres-”
“Eso es cuatro. Y no tengo pelo, así que no necesitarías preocuparte por el champú.”
“Claro. Lo siento. Entonces, ¿cuatrocientos dólares cada vez? ¿Cuál es el truco?”
“Sin trucos. Tengo dinero, me gusta que las cosas sean convenientes. Solo una pequeña posibilidad de problemas. Mi primer asistente, ella renunció porque estaba preocupada de que mis enemigos la usen para llegar a mí. No negaré que esto es posible.”
“¿Tienes enemigos?”
“Sí. Pero todavía no ha habido un caso en que alguno de mis asistentes tuvo problemas con ellos.”
“¿Alguno de ellos se metió en problemas?”
“El último asistente, el chico con la novia. Pensó que podría conseguir más dinero, porque podría ir a la policía y contarles lo que sabía de mí. Tuvo la suerte de intentar esto cuando estaba de buen humor. Yo lo disuadí. Trabajó para mí durante dos meses después de eso sin ninguna queja. No fuimos amistosos, fue puro negocio. Recomendaría, amablemente, que no intentes lo mismo.”
“Oye. Vive y deja vivir, ¿verdad?”
“Ese es un buen dicho.”
“Bueno. Quiero ir a la universidad este otoño, y esto suena muchísimo mejor que trabajar por el salario mínimo de durante cincuenta horas a la semana. Aquí, mi número de teléfono celular”, él entregó su teléfono.
Gregor el Caracol se tomó un segundo para poner el número en su propio teléfono. “Lo tengo. Llamaré.”
Fueron cada uno por su camino.
Gregor caminó por las calles laterales del centro de Brockton Bay con la capucha de su sudadera proyectando su rostro en la sombra. Cualquiera que se cruzara en su camino y mirara debajo de su capucha se apresuró a mirar hacia otro lado. Avergonzado, asustado. Aquellos que lo vieron desde lejos lo consideraban también como monstruoso, pero de una manera diferente. Para ellos, él era simplemente uno de los obesos mórbidos. Un hombre en de entre veinte largos o pocos treinta, casi tres veces el peso que debería tener para su altura de metro setenta y ocho. Su peso, lo sabía, era una de las cosas raras en este mundo moderno que alguien podría usar para burlarse de él abiertamente.
Le había llevado años llegar a aceptar esto. El ser uno de los monstruos.
Cuando llegó a su destino, el palpitante latido de la música llegó a sus oídos. El club estaba a dos cuadras de Lord Street, y había una línea que se extendía por el costado del edificio. Letras amarillas que brillaban intensamente en una letra casi intencionalmente simple deletreaban 'Palanquin'.
Se saltó la línea y se dirigió directamente hacia la puerta de entrada. Un fornido portero hispano con una barba que trazaba los bordes de su mandíbula desabrochó la cerca de la cadena para dejarlo pasar.
“¿Qué demonios?”, Se quejó una de las chicas que estaba al frente de la fila. “Estuvimos esperando cuarenta y cinco minutos, ¿Y dejaste entrar a ese gordo de mierda?”
“Fuera de la fila”, dijo el portero, su voz aburrida.
“¿Qué carajo? ¿Por qué?”
“Acabas de insultar al hermano del dueño, idiota”, le dijo el portero, “Fuera de la fila. Tú y tus amigos están vetados.”
Gregor sonrió y negó con la cabeza. La línea que el portero había usado era basura, por supuesto, él no era el hermano del propietario. Pero fue agradable ver a uno de los imbéciles recibiendo lo que merecían.
Había trabajado como gorila para clubes que buscaban a alguien más exótico y llamativo, cuando se estaba poniendo de pie por primera vez, por lo que sabía que la línea que veías por la puerta rara vez indicaba cuántas personas había en el interior. Un club vacío podría tener una fila de personas esperando para entrar, para dar la imagen correcta. A pesar de que era martes por la noche, Palanquin no tenía necesidad de tales engaños. Estaba lleno de gente. Gregor navegó con cuidado entre la multitud de bailarines y personas que sostenían tragos, hasta que llegó a una escalera custodiada por un portero. Al igual que con la puerta de entrada, su entrada a la escalera era automática, incuestionable.
El balcón del piso de arriba no estaba lleno de gente, y los que estaban presentes, una docena más o menos, estaban casi deshuesados ​​en su letargo. Sobre todo chicas, yacían boca abajo en los sofás y en las cabinas de todo el balcón que daba a la pista de baile. Solo tres personas estaban más o menos alerta cuando Gregor se acercó.
“¡Gregor, mi muchacho!” Newter sonrió de oreja a oreja. Gregor captó el más breve destello de disgusto en la cara de una de las chicas que estaban sentadas con Newter, mientras lo miraba. Ella era una rubia con lápiz labial azul y reflejos rosados ​​en su cabello. Si Gregor hubiera estado trabajando como portero, habría revisado su identificación, la habría comprobado dos veces, y aunque pareciera real, la habría echado de todas maneras por ser demasiado joven. Ella no podría haber tenido más de dieciséis años.
Aún así, eso era más o menos la edad de Newter, y no podía culpar al chico por estar interesado en alguien de su edad.
La otra chica, de cabello oscuro, tenía un aspecto europeo en sus facciones. Ella no mostró tal disgusto. Cuando ella le sonrió, no había señales de que la expresión fuera forzada. Eso fue raro e interesante.
“Traje tu cena”, dijo Gregor.
“¡Buen hombre! ¡Trae una silla!”
“Los otros también querrán su comida.”
“Levanta una silla, vamos. Aquí tengo dos chicas deslumbrantes, y no me creen cuando les estoy hablando de algunos de los trabajos más geniales que hemos realizado. Necesito respaldo aquí, hermano.”
“Yo no creo que sea una buena idea hablar de estas cosas”, dijo Gregor. Él permaneció de pie.Newter tomó la bolsa y agarró un sándwich de adentro. “Todo bien. Faultline se unió a la conversación hace un rato, por lo que obviamente no le parece un problema. No van a hablar, ¿verdad, Laura? ¿Mary?”
Cada chica negó con la cabeza cuando Newter les preguntó por su nombre. Eso le permitió a Gregor etiquetar a la chica de cabello oscuro como Laura y la chica con el lápiz labial azul como Mary.
“Si Faultline dijo que estaba bien”, dijo Gregor. Cogió la bolsa de Newter y encontró su propio sándwich. “Laura y Mary, lo siento, los otros sándwiches que tengo aquí están reservados. Podría ofrecerles algo del mío, si quisieran.”
“Está bien, no tengo hambre”, respondió Laura, “Me gusta tu acento. ¿Es noruego?”
Gregor terminó su primer bocado, tragó saliva y negó con la cabeza, “No estoy seguro. Pero he hablado con un experto y él dice que el otro idioma que hablo es islandés.”
“¿No lo sabes?”
“No”, respondió Gregor.
Su respuesta brusca solo detuvo la conversación por un momento antes de que Newter lo pusiera en marcha de nuevo, “De acuerdo, hermano, diles a estas chicas contra quién nos enfrentamos el mes pasado.”
“¿El trabajo de la caja de juguetes?”, Preguntó Gregor, “¿con el mercado negro de Artesanos? No habia nadie-”
“El otro. El trabajo en Filadelfia.”
“Ah. Chevalier y Myrddin.”
Newter juntó sus manos, meciéndose en su asiento, “¡Te lo dije!”
“Y los vencieron”, dijo la chica de cabello oscuro, incrédula.
“¡No perdimos!” Gritó Newter.
“Estuvo muy cerca”, Gregor agregó sus propios dos centavos. “Chevalier es el líder del Protectorado en Filadelfia. Myrddin lidera el Protectorado de Chicago. Estas son personas que el mundo entero reconoce. Obtuvieron puestos protegiendo ciudades grandes en Estados Unidos porque son fuertes, porque son inteligentes y talentosos. Cumplimos el trabajo, como siempre hacemos, y nos marchamos.”
Newter se echó a reír, “Paguen.”
Ni Laura ni Mary parecían molestas cuando metieron la mano en el bolsillo y el bolso, respectivamente, y sacaron algunos billetes.
“¿Cuál fue la apuesta?” Preguntó Gregor.
“Les dije que no tenían que pagar si mentía.”
“¿Y si no estuvieras mintiendo? ¿Pagan más?”
“Ninguna penalización. Obtuve compañía y conversación por un tiempo”, sonrió Newter. Extendió la mano hacia la parte posterior de la cabina, agarró una bolsa que estaba allí y sacó un par de cucharas de plástico y una botella de agua. Con un gotero de agua que sacó de su bolsillo, extrajo agua de la botella y colocó unas gotas en cada cuchara. El último paso fue sumergir la punta de la lengua en cada gota de agua.
“Lámanlo”, les dijo a las chicas.
“¿Eso es todo?”, Le preguntó Laura.
“Es suficiente. Más, y es posible que vuelen por un tiempo inconvenientemente largo. Eso justo allí”, señaló Newter a la cuchara con la punta de la cola, “Es un poco menos de una hora de viaje psicodélico. Sin resaca, sin efectos secundarios, no es adictivo, y no se puede sufrir una sobredosis. Créeme, he intentado hacer que alguien tenga una sobredosis antes, en una situación de combate, y no pude lograrlo.”
Mary fue la primera en tomar la cuchara y meterla en su boca. Momentos después, sus ojos se abrieron de par en par y ella cayó inerte sobre el respaldo de la cabina.
“Oye”, dijo Laura, volviéndose hacia Gregor. Metió la mano en el bolsillo, encontró un recibo y un bolígrafo, y garabateó en la parte posterior en blanco del papel. Ella se lo entregó. “Mi número. Si quieres hablar, o, ya sabes, algo más.”
Ella le guiñó un ojo y luego se metió la cuchara en la boca.
Gregor parpadeó en una leve confusión mientras su cabeza cayó hacia atrás.
“Parece que has causado una buena impresión, Gregster”, se rió entre dientes.
“Tal vez”, dijo Gregor. Puso la mitad de su sándwich que quedaba en la bolsa de papel, luego hizo una bola con la envoltura. Después de un momento de vacilación, arrugó el recibo con el número de Laura en la bola. Lo lanzó a un cubo de basura a medio camino a través de la habitación.
“¡Oye! ¿Qué diablos?”
“No creo que yo le gustara porque soy yo”, dijo Gregor, “creo que le gustaba porque soy un monstruo."
“Creo que te estás saboteando, hombre. Esta buena. Mírala.”
Gregor lo hizo. Ella era atractiva. Él suspiró.
“Newter, ¿sabes lo que es un devoto?”
Newter negó con la cabeza.
“Es un término del argot para alguien que se siente atraído por personas con discapacidades debido a la discapacidad. Creo que se trata de poder, atracción por alguien porque de alguna manera son débiles. Creo que es probable que esta Laura me considere débil por la forma en que me veo, la forma en que puedo tener problemas día a día, y esto es atractivo para ella de una manera similar a la que un lisiado o un ciego seria para un devoto. Esto no me atrae.”
“De ninguna manera. Tal vez le gustes por la persona que está debajo.”
“No me vio lo suficiente como para saber quién podría ser esa persona”, respondió Gregor.
“Creo que te estás menospreciando. Yo aprovecharía esa oportunidad.”
“Eres una persona más fuerte que yo de muchas maneras, Newter. Debería llevarle la cena a los demás”, Gregor se dio vuelta para irse.
“Oye, haz una señal a Pierce para que envíe a otra chica o dos, ¿quieres?”
Gregor hizo lo que le pidió, llamando la atención del portero al pie de las escaleras. El portero, a su vez, llamó la atención de un grupo de chicas en la pista de baile.
Mientras las chicas se abrían paso, Gregor se volvió hacia Newter, “¿Estás feliz?”
“Oh hombre. No vas a entrar en una fase filosófica de nuevo, ¿verdad?”
“Te ahorraré eso. ¿Lo estás?”
“Tipo. Mírame. Tengo dinero para gastar, tengo a las chicas más calientes de la ciudad pidiendo probarme. ¡Literalmente queriendo probarme! ¿Qué piensas?”
“¿Estás feliz, entonces?”
“La época de mi vida, hermano.” Newter abrió sus brazos para saludar a un trío de chicas cuando llegaron a la cima de las escaleras.
“Me alegra.” Gregor se giró y entró al pasillo en la parte posterior del balcón. Cuando la puerta se cerró tras él, el sonido de la música detrás de él se atenuó.
Su siguiente parada fue la primera puerta a su izquierda. Él golpeó.
“Adelante.”
La habitación tenía una cama a cada lado, en las esquinas opuestas. Un lado de la habitación estaba atestado de carteles, fotos, una estantería repleta de libros, una computadora Apple con dos estantes para CD que se alzaban sobre ella y dos sistemas de altavoces. La música de los altavoces de la computadora apenas logró ahogar la música del club de abajo. La chica que estaba recostada en la cama tenía una densa capa de pecas en la cara y las manos, y cabello castaño rizado. Las revistas estaban amontonadas a su alrededor en la cama, amenazando con derrumbarse al menor movimiento.
El otro lado de la habitación era espartano. Nada adornaba las paredes, no había libros, ni computadora o parafernalia de computadora. Había una cama, una mesita de noche y una cómoda. El único toque de personalidad era una colorida colcha y una funda de almohada. Gregor sabía que había sido un regalo de Faultline. La propietaria no habría salido a buscarla ella misma. La residente de ese lado de la habitación estaba sentada en la esquina, mirando a la pared. Ella era rubia, el tipo de cabello rubio platinado que raramente duraba pasando la pubertad. Su suéter púrpura era un poco demasiado grande para ella, cayendo sobre sus manos, y sus jeans claros estaban claramente destinados a ser más cómodos que a la moda.
“Traje tu cena, Emily.”
“Gracias”, le respondió la chica pecosa. Cogió el sándwich que le lanzó y comenzó a pelar el paquete.
“¿Está bien?”, Le preguntó, haciendo un gesto a la chica de la esquina.
“No es uno de sus mejores días.”
El asintió.
“Elle”, habló, suavemente, “¿Puedo acercarme?”
Habían aprendido por las malas, que cuanto más distante estaba la niña, más fuerte era su poder. Esto la hacía particularmente peligrosa cuando estaba tan perdida que no podía reconocerlo. Una cruel ironía, observó Gregor, que prácticamente no tenía ningún poder cuando era más ella misma. Era un problema al que esperaban encontrar una respuesta, algún día.
La chica en la esquina se volvió para mirarlo a los ojos. Lo tomó por consentimiento, se le acercó y le puso un sándwich en las manos.
“Come”, la instruyó.
Ella lo hizo, casi mecánica en sus movimientos.
Después de que Faultline lo enlistó a él y a Newter, un trabajo los había llevado a un asilo de alta seguridad. Habían estado allí para interrogar a alguien sobre los Dragonslayers, un grupo de villanos que utilizaba tecnología de Artesano robada del Artesano más poderoso y de mayor perfil del mundo para el hurto y el trabajo mercenario. Su invasión del asilo no había ido tan bien como podría haberlo hecho, y había llevado a un cierre de alta tecnología de la instalación. No solo extendió su misión por varias horas, sino que también generó problemas con uno de los residentes, una parahumana que aparentemente tenía que ser movida regularmente, para que su influencia sobre su entorno no se extendiera más allá de los límites de su celda, convirtiéndola en una un problema serio para el personal, otros residentes y espectadores involuntarios.
Al final, después de tratar con el escuadrón enviado del Protectorado de Boston y obtener la información que necesitaban sobre los Dragonslayers, habían reclutado a la chica.
Miró y esperó lo suficiente para asegurarse de que estaba en camino de terminar su sándwich, luego se dio vuelta para irse. Emily le dio un pequeño saludo con la mano en señal de despedida, y él asintió una vez en reconocimiento.
Su última parada fue la oficina al final del pasillo del segundo piso. Miró por la ventana, luego se dejó entrar tan silenciosamente como pudo.
Faultline, propietaria de Palanquin y varias otras empresas de cobertura en Brockton Bay, estaba sentada en un gran escritorio de roble. Frente a ella, en medio de los libros de contabilidad, cuadernos y libros de texto de la universidad, había algo similar a un xilófono, una serie de varillas alineadas una al lado de la otra, atadas firmemente a una tabla.
Faultline estaba en su ropa profesional; una camisa de vestir blanca con las mangas arremangadas y pantalones negros metidos en brillantes botas de montar negras con dedos de acero. Su ondulado cabello negro estaba recogido en una cola de caballo. No llevaba máscara: los empleados de Palanquin que se aventuraban tan lejos como esta oficina estaban demasiado bien pagados para traicionarla. Sus rasgos eran tal vez demasiado agudos como para llamarlos convencionalmente atractivos, pero Gregor sabía que ella era ciertamente más atractiva que Newter o él mismo.
Mientras Gregor observaba, ella cerró los ojos, luego deslizó su mano por los extremos superiores de las varillas. La energía roja y azul crepitaba, y piezas de madera, metal, piedra y plástico en forma de moneda caían al escritorio. Otras varillas, varias de las cuales eran de madera verde, quedaron intactas.
“Carajo”, murmuró. Barrió los trozos de varios materiales en forma de moneda en un cubo de basura que estaba al lado de su escritorio. Echando un vistazo hacia donde estaba Gregor justo al lado de la puerta, levantó una ceja.
“No deseaba interrumpirte.”
“No te preocupes por eso. Tal vez distraerme ayudará.”
“Si estás segura.” Se acercó al escritorio, dejando la bolsa de papel sobre ella, “Eran las siete en punto, nadie había comido todavía. Nos conseguí unos sandwiches.”
“Gracias. ¿Cómo está Elle?”
“Spitfire dijo que estaba teniendo un mal día, pero que ha comido ahora. Quizás mañana será mejor.”
Faultline suspiró, “Esperemos. Es muy fácil volverse unido a esa chica, ¿sabe a qué me refiero?”
“Sí.”
“¡Carajo!”, Maldijo, mientras pasaba la mano por las varillas y, una vez más, la madera verde se negaba a cortarse.
“¿Qué estás haciendo?”
“Hemos hablado sobre el efecto Manton.”
“La regla que impide que algunos poderes afecten a los seres vivos. Has estado tratando de eliminar esas restricciones de ti misma.”
“Sin suerte. Es cuestión de tiempo antes de que tengamos un trabajo, las cosas se pongan feas, y sea demasiado débil, debido a esta limitación arbitraria.”
“Me resulta difícil creer que cualquiera que haya derrumbado un edificio sobre alguien pueda llamarse a sí mismo débil.”
“Eso fue más suerte que cualquier otra cosa", suspiró, mientras ajustaba las posiciones de las varillas.
“Si tú lo dices.”
“No es que no haya precedente para esto. Sabemos a ciencia cierta que algunas capas que alguna vez fueron retenidas por el efecto Manton han descubierto una forma de evitarlo o superarlo. Narwhal es el caso más obvio.”
“Sí.”
“Hay una rama teórica que dice que el efecto Manton es un bloqueo psicológico. Que, debido a nuestra empatía por los seres vivos, detenemos nuestros poderes en un nivel instintivo. O, tal vez, nos retenemos contra otros seres vivos porque hay una limitación impuesta inconscientemente que nos impide herirnos con nuestros propios poderes, y es demasiado general, abarcando a otros seres vivos en lugar de solo a nosotros mismos.”
“Ya veo.”
“Así que estoy tratando de engañar a mi cerebro. Con esta configuración, paso de material inorgánico a material orgánico muerto a tejidos vivos. Madera verde, en este caso. O lo mezclo para que vaya de uno a otro sin ningún patrón. Si puedo engañar a mi cerebro para que cometa un error, anticipando el material equivocado, tal vez pueda atravesar ese bloqueo mental. Hacerlo una vez, y sería más fácil para futuros intentos. Esa es la teoría, de todos modos.”
Ella lo intentó de nuevo. “¡Mierda!”
“No parece estar funcionando.”
“No me digas. Hazme un favor. Reorganiza estos. No me dejes verlos.”
Se acercó al escritorio, desató las varillas, las barajó y luego las ató en su lugar mientras ella estaba sentada allí con los ojos cerrados.
“Adelante”, le dijo.
Lo intentó de nuevo, con los ojos cerrados. Cuando ella los abrió, ella maldijo varias veces seguidas.
Gregor dio un paso alrededor del escritorio, la agarró por el cuello con su mano izquierda, y la sacó de la silla. La empujó al suelo y se subió encima de ella para que él estuviera a montando sobre ella, sus rodillas presionando sus brazos hacia abajo. Su agarre se apretó incrementalmente.
Los ojos de Faultline se agrandaron y su rostro comenzó a cambiar de color mientras luchaba. Le puso las rodillas en la espalda, pero uno podría haber tenido más éxito golpeando un lecho de agua. El efecto fue el mismo. Debajo de su piel, que era más dura de lo que uno podría imaginar, su esqueleto, músculos y órganos flotaban en un mar de fluidos viscosos. Su esqueleto, había aprendido, era más parecido al de un tiburón que un humano. Era un cartílago flexible que se doblaba donde el hueso se rompería y cicatrizaba más rápido que el hueso. Había sido atropellado por un automóvil y se puso de pie poco después. Sus patadas no tendrían mucho efecto.
“Lo siento”, le dijo.
Su lucha gradualmente se debilito. Tardó un tiempo antes de que empezara a flaquear.
Esperó un segundo más, luego la soltó. Ella comenzó a toser mientras vertía aire en sus pulmones.
Esperó pacientemente a que se recuperara. Cuando ella parecía tener más o menos el control de su propia respiración, habló: “Hace meses, estábamos hablando sobre este tema, el efecto Manton. Tu mencionaste cómo podría ser posible que alguien como nosotros tenga un segundo evento detonante. Un cambio radical o mejora en sus poderes como resultado de un momento de vida o muerte. Tal podría explicar cómo romper la regla de Manton.”
Ella asintió, tosiendo de nuevo.
“No habría funcionado si te hubiera advertido de antemano. Lo siento.”
Ella negó con la cabeza, tosió una vez, y luego le respondió con voz ronca: “No funcionó de todos modos.”
“Lo siento.”
“¿Y si hubiera funcionado, gran lunático? ¿Qué esperabas que te hiciera? ¿Corta tu mano? ¿Matarte?”
“Pensé que tal vez mi mano o mi brazo, en el peor caso. No creo que me mates, incluso en un momento como ese. Has hecho mucho por mí. Incluso si resultara imposible volver a conectarlo, no diría que es una mano muy atractiva”, examinó la mano que acababa de utilizar para estrangular a Faultline, “Perderla, por algo en lo que has estado trabajando durante mucho tiempo no es algo lamentable.”
“Idiota”, se puso de pie, tosiendo de nuevo, “¿Cómo diablos se supone que me vaya a enojar contigo cuando dices algo así?”
Él permaneció en silencio.
“Bueno, o eso no va a funcionar, o necesito algo que me acerque aún más a la muerte... en cuyo caso lo estoy tachando de la lista de todos modos.” Ella movió su silla y se sentó en su escritorio, empujando el aparato con las barras en la basura. “Me gusta estar viva demasiado para bailar en ese filo de la navaja.”
“Sí”, su voz era tranquila.
“Gracias, por cierto, por intentar eso”, le dijo, mientras vaciaba la bolsa de un sándwich y medio. Le devolvió el medio sándwich de Gregor a la bolsa y dejó la suya a un lado, sin abrir. “Creo que fuera fácil.”
Él sacudió la cabeza.
“Así que, estoy devolviendo el favor, entonces. Siéntate.”
Él acercó una silla y se sentó al otro lado del escritorio.
“Hace un año, accediste a darme una parte de tus ganancias en nuestro pequeño grupo, si las usaba para responder algunas preguntas que teníamos.”
“Recuerdo.”
“Hablaré con los demás sobre esto, pronto, pero ya que tú fuiste el que más pagó, pensé que era correcto que primero lo compartiera contigo.” Abrió un cajón y sacó un archivo. Ella lo empujó sobre el escritorio. “Esto es lo que he encontrado, hasta ahora.”
Él abrió el archivo. La primera página era una imagen, de alta resolución, de una 'u' estilizada, o una 'c' girada noventa grados en el sentido contrario a las agujas del reloj. Tocó su brazo, donde un tatuaje idéntico a la imagen lo marcaba.
“Sea quien sea”, explicó Faultline, “Ya sea una o varias personas, es muy, muy bueno para cubrir sus huellas.”
Pasó las páginas. El siguiente conjunto de páginas eran imágenes, informes de la escena del crimen, archivos oficiales y artículos de noticias sobre varios parahumanos, cada conjunto de páginas relacionadas con uno específico. El primero era un hombre monstruo con un caparazón parecido al de un escarabajo cubriendo su cuerpo. Gregor mismo era el segundo.
“Tú y Newter, como ya sabes, no están solos. De manera constante, los parahumanos han aparecido en toda América del Norte. Amnesia retrógrada, todos marcado por el mismo tatuaje que se encuentra en varias partes de su cuerpo. Cada uno fue abandonado en un lugar apartado en un área urbana. Callejones, zanjas, tejados, debajo de puentes.”
“Sí”. Gregor pasó más páginas. Cada conjunto de páginas tenía más personas como él.
“Aquí está la cosa, sin embargo. Al principio, la mayoría eran extraños en apariencia. Hasta cuatro de cada cinco parahumanos monstruosos, si puedes disculpar el término, siguen el patrón, y ese número podría aumentar si tuviera la oportunidad de examinar o conseguir una entrevista decente con los demás. El tatuaje, la amnesia, sus primeros recuerdos es despertar en algún lugar de una ciudad extraña.”
“¿Al principio, dijiste?”, Preguntó Gregor, “¿Esto cambió?”
“Pasa a la pestaña roja.”
Encontró la pestaña roja que sobresalía y se volvió hacia esa página. Una imagen de alta calidad de una atractiva chica pelirroja.
“Ella apareció en Las Vegas. Todo el negocio de los casinos ha mordido el polvo, casi, desde que los parahumanos que pueden jugar con las probabilidades o hacer trampa comenzaron a aparecer. Pero aún hay juegos clandestinos. Ella participó en algunos, y le pusieron una recompensa a su cabeza en cuestión de días. Se está llamando a sí misma Shamrock, y yo apostaría buen dinero en el hecho de que tiene poderes que le permiten manipular probabilidades.”
“Ya veo. ¿Por qué estamos hablando de ella?”
“Siguiente página.”
Pasó la página. “Ah”
Era una imagen granulada de una cámara de vigilancia. Shamrock estaba en medio de cambiarse de ropa en lo que parecía un estacionamiento subterráneo, y, aunque parcialmente oscurecido por la correa de su sostén, el tatuaje era visible en su omoplato. Una 'u' estilizada.”
“Esa es la pieza del rompecabezas número uno. Dadas las fechas, y eres libre de mirarlas en tu propio tiempo, pasando por los primeros avistamientos, las personas que aparecen con estos tatuajes son cada vez menos monstruosas con cada año que pasa. No siempre, pero es una tendencia. Entonces, boom, encontramos a Shamrock. No hay características extrañas de que hablar.”
Dio vuelta unas páginas.
“Pieza número dos. Me temo que es uno de esos casos en que las cosas se han cubierto demasiado bien para que podamos verificarlas, pero te diré lo que escuché. Tallahassee, Florida, hace solo tres meses, circuló un rumor sobre alguien que se hacía llamar Dealer.”
“¿Qué estaba traficando?”
“Poderes.”
“Poderes”, se hizo eco de Gregor.
“Pagale una cantidad en el vecindario de treinta y cinco mil dólares, el vendedor te da algo para beber, y te unes a las filas de los héroes y villanos en la comunidad de capas. Poderes en una botella.”
“Ya veo. ¿Cómo se relaciona esto?”
“Porque una persona que afirma ser cliente hizo una publicación en un blog sobre su transacción. Está cerca del final de ese archivo. En su publicación, describió que Dealer tenía un maletín de metal lleno de frascos. Grabado en el interior de la tapa...”
“El mismo símbolo que el tatuaje”, adivinó Gregor.
Faultline asintió, “Y eso es lo que sabemos.”
“Ya veo. ¿Podemos rastrear a este individuo con el blog?”
“Él está muerto. Asesinado por dos capas sin nombre menos de un día después de que hizo la publicación.”
“Ah.”
“Lo que creo es que alguien ha descubierto cómo las personas obtienen poderes, y han hecho un negocio de ello. Pero los primeros intentos no fueron tan bien. Podría ser que, si la química es mala, las personas que beben esas cosas se vuelven como tú, como Newter, como Sybill y Scarab.”
“Entonces esta persona o personas. Crees que están experimentando. Han estado perfeccionando su trabajo y los cambios físicos se han reducido.”
“Y este Dealer era su vendedor, o más probablemente, alguien que se robó parte de su trabajo e intentó sacar provecho de él. Las personas con las que hizo negocios no se hicieron los tatuajes.”
La silla de Gregor gimió dolorosamente mientras se inclinaba hacia atrás.
“¿Qué sigue?”
“Nadie ha visto u oído hablar de este Dealer desde que el blogger fue asesinado. El Dealer está muerto o está manteniendo un bajo perfil. Entonces seguimos nuestra otra pista. Tengo investigadores privados buscando a Shamrock. Estoy pensando en concluir nuestro contrato con Coil aquí, entonces, si tenemos la suerte de que nuestros detectives la encuentren antes que los cazarrecompensas, le hacemos una visita. O puede decirnos algo, o podemos ofrecerle un puesto en el equipo.”
“O ambos”, dijo.
“En un mundo ideal”, Faultline sonrió.

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cuántos huesos tiene el cuerpo humano video

Una vez desarrollado por completo, el cuerpo humano tiene 206 huesos y 230 articulaciones. Ahora, veamos con mayor detalle en dónde se localizan cada uno de ellos. Ver también: « De la cabeza a El sistema óseo es una complicada y perfecta estructura que está formada básicamente por 206 huesos. Junto al sistema articular y el sistema muscular forman el llamado aparato locomotor. El El sistema óseo es una complicada estructura que está formada por un total de 206 huesos. Además, junto al sistema articular y el muscular, forman el llamado aparato locomotor. El esqueleto del cuerpo humano está formado por un conjunto de huesos que constituyen el armazón o soporte del cuerpo y, a la vez, lo protege. Los 206 huesos del cuerpo humano se encuentran divididos en dos partes del esqueleto, el conocido como esqueleto axial y el esqueleto apendicular. El axial se compone de unos 80 huesos, encargados básicamente de soportar el peso del cuerpo, entre ellos los que forman la columna vertebral, incluidos los cervicales, torácicos y lumbares, los de la cabeza, cráneo, oído y cara, y los del tórax compuestos por las costillas y el esternón. En ocasiones nos ponemos a estudiar los huesos de una región del cuerpo o nos cuentan una fractura en la que están implicados muchos huesos y nos preguntamos "¿Cuántos huesos tiene el cuerpo humano?". Bien, el cuerpo humano, cuando somos adultos y está completamente desarrollado, tiene 206 huesos y en algunas personas puede llegar a tener incluso 240. El sistema óseo es una complicada estructura que está formada por un total de 206 huesos. Además, junto al sistema articular y el muscular, forman el llamado aparato locomotor. El esqueleto del Los recién nacidos tienen un total de 270 huesos, sin embargo, el número de huesos que tiene el cuerpo humano una vez adulto, tan sólo llega a los 206. Funciones de los huesos del cuerpo humano Las funciones del esqueleto son muy diversas y entre ellas encontramos: • ¿Cuántos huesos hay en el cuerpo humano? Los adultos tenemos un total de 206 huesos, mientras que los recién nacidos tienen 300. Esta diferencia se debe a que en los bebés hay muchos huesos que se fusionan al crecer, formando uno más grande. Cuando nace, el cuerpo de un bebé contiene aproximadamente 300 huesos. A la larga, estos se acaban fusionando (se unen al crecer) para pasar a formar el esqueleto de 206 huesos de una persona adulta. Un adulto tiene 206 huesos en todo el cuerpo. Un recién nacido tiene 300 huesos que se van fusionando al crecer.

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